Parte de Guerra
Estos nombres no deben faltar en los expedientes que estudia la Corte Penal Internacional sobre el caso de crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura de Venezuela. Faltan pocos días para la decisión que no tomó Fatou Bensouda. La omisión es un crimen que la historia no perdona.
Parte de Guerra Julio 30 del 2017
Este día se hace eterno
para dieciséis inocentes
que niegan la Constituyente.
Un relámpago absurdo
percuta la bala.
Cómplice en la resistencia
el viento intenta detenerla
y se hace remolino,
silba, sopla y no lo logra.
El torbellino de la muerte
se abre camino
contra el viento, contra la razón inerte.
Un centímetro de plomo
quema la carne
compromete al último suspiro
y una gota de sangre
abre esta historia,
este parte de guerra.
Terca persiste, insiste la gota
y se hace hilacha escarlata.
Desde un punto impreciso del occidente
un hilo de sangre inicia su recorrido,
lleva nombres y apellidos,
busca en la gloria su destino.
Caen los gochos en Capacho:
Adrián Romero y sus trece años.
Ronald Ramírez y Wilmer Flores
en las neblinas de la Grita. Albert Rosales y
Luis Eduardo Ortiz, en Tucape.
Julio Manrique y Anthoni Labrado
entregan su sangre en Ureña,
lo denuncia una reseña.
Desde cuatro puntos distantes
recorre la sangre
la tierra del Táchira
y no se detiene la ira.
Hilos de sangre tejen otros caminos,
sigue por trochas la sangre gocha
a las montañas gélidas de Mérida
y tropieza y arrastra la sangre
de José Fernando Sánchez, en Tovar.
Sube hasta Chiguará y forma lazos
con la encendida sangre caída de Marcel Pereira,
pasa por el viaducto y en la Avenida Libertador
se forma un nudo retorcido de estambre
con la sangre de Eduardo Olave
y también con la de Ángelo yordano Méndez.
No se detiene la sangre, no se detiene la muerte
y sigue su rumbo al centro de Venezuela,
antes del mediodía cae también en Maracaibo
Miguel Urdaneta. Una estela de sangre sobre el lago.
zigzagueando desde Cumana
brilla con escamas de sal
la sangre de Ricardo Campos.
Desde ese oriente lejano
deja un rastro de olas hermanas
que revientan en Lara
y es en Aguada Grande, donde se une
a la sangre de Juan Gómez y
pasa la procesión de sangre
por la casa de la Divina Pastora.
Llega la sangre al Obelisco
y ya la cifra es alarmante,
dieciséis son los caídos
con Luis Zambrano
corredor de fondo, y esta vez
no alcanzó la meta “el pulpo”
Se juntan los hilos en un ovillo,
rueda la sangre en el suburbio
y se queda para ser espiga
en las riberas del Turbio.
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