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Mostrando las entradas de julio, 2007

Salto entre relojes

Salto entre relojes con el vértigo de horas desnudas cubierto con tu nombre. Me cuelgo en la exactitud de minutos asombrados con el hilo de tu voz. Alcanzo los segundos inflexibles sin lograr adelantarlos con la luz de tus ojos. Y no logra traicionarme ni vencerme el tiempo protegido entre tus brazos.

Al comenzar esta mañana

Al comenzar esta mañana de pájaro ahogado sin árbol, ni rama, ni tejado con el cielo incendiado, el sol eclipsado, invoco tu nombre y un canto de canela. Arrastrando montes y ríos llego a esta ciudad tísica, vestida de luto sin una lagrima.

En ruinas la ciudad

Llego con paso arrebatado más allá del mediodía, me anuncia el ronco sonido del viento enloquecido, intenta esconderse entre los árboles, huye de los gritos, de la lagrima, del llanto, del desierto regado con sangre en la cosecha de petróleo. Vengo de una ciudad dormida con historias. Amenazada, que despertó a la muerte sin sobresalto, entre truenos y fuego de morteros. Vengo con la mirada abrasada de desconsuelos. Los hombres rotos, las mujeres y los niños también rotos el mundo entero roto en mil pedazos. Déjame apagar mis ojos incendiados, alucinados de desconcierto sobre tu piel iluminada donde nace el arcoiris. Déjame fijar estas pupilas que solo conocen espejismos sobre tu piel, descansar al fin en tus sombras, cultivar tu rosa sin espinas. Déjame contemplar tu piel una y mil veces, tu piel sembrada de estrellas en donde el sol se eclipsa y el mar se hace espuma.

Comentario 2am.

No me obligues a mirar el rostro que inventas para extraños cada día, para los insensibles lentes de las cámaras. Déjame adivinarte en las líneas sutiles, en el funeral de tus ojos….

Desde siempre

Desde antes del principio eres mi dueña, te pertenezco sin condiciones. Huracanes de humo torbellinos de niebla, constante la lluvia de fuegos revienta constelaciones enteras. Se hacen polvo las estrellas y en estricto orden el movimiento se eterniza. Entre cenizas ardientes, con el impulso de firmes coordenadas signos y códigos secretos, impresos en uno de mis átomos, voy a tu encuentro, a la inevitable cita eslabón primero de esta cadena interminable. Desde siempre eres mi dueña, te pertenezco sin condiciones. Desde la remota la olvidada era, marcada a fuego la delgada hilacha de memoria sobre piedras consteladas, voy a tu encuentro, a beber en tus dulces aguas, a contemplar tus campos florecidos, a coronar tus colinas. Desde el inicio de los tiempos, repite el ciclo sin error y sin demora. La tarde que alcanzabas los cielos cruzados de truenos, al borde de los abismos, en un esfuerzo supremo por detener tu imagen, me levanté sobre los pies hasta alcanzar el horizont

Cita

Cita a ciegas sin bastón ni tropezón ni escalón agazapado. Cita a solas en medio de la calle con la algarabía de los desamparados. Cita en línea llana sin comillas ni paréntesis ni puntos suspensivos. Cita a orillas de aguas mansas con el dulce rumor de algas y peces desoyendo las palabras. Cita en la orilla de un camino de piedras lisas y redondas que crecen llenas de secretos. Cita a orillas de aguas afiebradas que se deshacen violentas con un grito de espuma y sal. Cita a las puertas enormes de una iglesia con tus ojos intensos y mis manos incendiarias descubriendo imágenes mudas sin una vela Cita con hora y fecha concertada para continuar demorándonos en el temor de las esquinas. Cita entre sombras sin paso en falso iluminando callejones. Cita en una ciudad que ya nos olvidó. Cita sorda con los mil lenguajes de letras que se antojan mudas. Cita sobre una mesa de tapete verde donde esperan reunidas nuestras torpezas. Cita inocente para entregar un libro cargado de intereses.

Firma sobre papel

Un hombre íntegro llega al matrimonio casi tambaleante ebrio de luz y de éter. Llega sin medir distancias en el espeso humo de ruegos neutros con un resto de memoria. Llega por caminos desconocidos dibujados, delineados por su maga, por su hermosa tejedora en la llanura de sueños sin espejos. Apaga su voz encendida de capitán, de torrente de fuego, de ronco huracán, con una seca afirmación conserva el nombre perforado. Hipoteca su tiempo a intereses salvajes. Dócilmente se hace un animal de feria.

El Oro de la Tarde 13

  Estas palabras que alineo y ordeno con tesón son tuyas, las dicta el viento desde la copa de los árboles, las roba a sueños de pájaros y no me pertenecen. El oro de la tarde 14 Puedes negarte mil veces. Intentar prohibirme, desterrarme. Invadiré tus sueños y colmaré tus silencios con mis huesos.  

El Oro de la Tarde 12

  Tu imagen alcanza la memoria. Asalta los recuerdos. Me ata con hilos de voz. Se anuda de promesas y me conduce con impaciencia. Caminos de hormigas voraces me recorren, la lengua torpe se paraliza, extraños signos cruzan los cielos y solo atino a repetir tu nombre con la boca seca.

El Oro de la Tarde 11

Déjame tu boca por un instante y cruzaré los mares convertidos en campos de lavanda. En tu boca entonces florecerán mis labios. Déjame mirar tu espalda y recorrerla ante un sol de asombros. Crecerán espigas doradas en tus alas de Ángel. Oye mis palabras, presta atención al tono de mi voz. Cambiaré el ronco sonido del vacío por el de un viento de promesas.  

El Oro de la Tarde 10

  La distancia es esta campana abandonada, roída por el tiempo, empolvada de lunas. Anochecida.

El Oro de la Tarde 9

  La ausencia es una luz un grito y tu nombre atado en los extremos.

El Oro de la Tarde 8

  El silencio es oscuro, redondo y viaja sin prisas. Se demora en las esquinas con grosera ostentación y anuda firmemente en las cuerdas vocales escandalosas palabras impronunciables.

El Oro de la Tarde 7

  Tengo los años que ya sabes tengo y aún más. Te pertenecen. En las manos un mundo de promesas y aún más. Te pertenecen. En mi cabeza ideas y sueños y aún más   Te pertenecen También te pertenece hasta mi último pensamiento, los pasos con sus huellas y esta vida que llevo con su carga de truenos.

El Oro de la Tarde 6

  Extraño tu cuerpo, tu aliento y todos tus deseos. La distancia convertida en monstruo y amenaza.   El silencio los espacios vacíos no me alejan. -Nada puede hacerlo- Pienso en ti al ritmo que marca este corazón. Sístole y diástole pronuncian tu nombre a cada instante.

El Oro de la Tarde 5

  Quiero ser la huella de tu paso. La piedra que canta en tu camino, el viento que te acompaña, que te silba, que te habla. La luz de tus mañanas, la sombra sin nombre, la roja montaña. Quiero estar en esa esquina entre la sorpresa y el miedo y soplar el llanto lejos de tus ojos, a esos continentes que jamás visitaremos

El Oro de la Tarde 4

  Cuando el mundo no sea más mundo al fin; y este cielo no sea cielo y al día no le suceda la noche como es costumbre, y el tiempo no sea esta amenaza y los caminos se nieguen a llevarnos tomados de la mano, y los mares y océanos se detengan para convertirse en piedras de sal. Sí todo cambia de un golpe, y despertamos entre equivocados silencios y distancias imperdonables… Yo permaneceré de una pieza contra los vientos de hielo con tu amor como bandera. Buscaré  tus besos de peces brillantes, tus cabellos con destellos de bronce y tus pasos de luna viajera, buscaré una excusa cualquiera para encontrarte, y al encontrarte… -porque he de encontrarte siempre- Sí tú lo quieres. Sí me lo pides… Con estas manos, que se perdieron un día en violentos vendavales, haré un mundo a tu medida para recorrerlo juntos.

El oro de la Tarde 3

  El oro de esta tarde de domingo sin misa ni oración quedó grabado sobre espejos mohosos de lluvias pasadas. Sobre lagos y charcos de azarosa angustia se repiten los brillos enfrentados a las sombras a la noche y su amenaza. Sobre el tiempo que marcan los relojes apostados en las iglesias como guardianes inflexibles, exactos, también se graba el oro a chorros Más allá de la memoria y la distancia, el oro de tu risa el oro de tus besos el oro de tu piel está grabado en alguna parte de mis jotas y empuja los pasos contra la amenaza de la noche última.

El Oro de la Tarde 2

  Empujo el día con esfuerzo. La hora es morosa el minuto interminable sin un respiro el segundo.   La tarde descargó pesadas nubes. La amenaza de agua y viento se convirtió en hecho consumado, lágrimas dulces espesas y opacas. Empujo la noche con recuerdos. En silencio amarro mis manos al destino, en la distancia abro surcos de encuentros sin sombras.

El Oro de la Tarde 1

  Quiero la delgada línea que dibuja tu sombra para liberar tus pájaros cada mañana. Quiero la honda huella de tu pie descalzo para entregarte un nombre y un camino. Quiero el pálido aliento que mancha tus espejos para abrirle botones de rosas a tu voz. Quiero un pensamiento tuyo para encender en tu sangre fogatas azules que espanten el miedo.

Cumples año

Se cuentan solsticios de invierno y de verano, se suman primaveras y otoños para enlazar los recuerdos con precisión de fechas. Se marca con atención el paso de la luna, el rastro que deja sobre los cielos en su intento de conquistar estrellas su cambio de vestido, llena, nueva, creciente, menguante y hasta negra. Se contabiliza en números la invariable victoria de la luz contra las sombras, para rendirse mas tarde entre ocres y violetas, mal sino de constante repetida despedida. En un intento de esconder la fatigosa rutina señalamos nombres a los días los agrupamos en semanas para convertirlos en meses y transformarlos en años luminosos. Cada aparición del sol y el reventar la mañana de colores en su inevitable transito por las doce casas conocidas de aire, fuego, tierra y agua se nombra, asocia y suma Se hacen guarismos de sucesos para mas tarde pasarlos por el tamiz del tiempo, ese que hoy, exactamente hoy, te mide en mas de una treintena. Yo en cambio sumo momentos, instantes, refl