La jugada



El día que cumplió veintiún años, Ricardo Sotomayor no pudo celebrar su onomástico como había planificado. Distintos, variados y diferentes acontecimientos se confabularon ese dos de febrero de 2012 y acabaron con sus pretensiones.


De signo piscis, Ricardo encuentra en los números abstractos una fascinación digna de un conspicuo matemático, pero su interés en los números se circunscribe al juego de las posibilidades, al azar de encontrar en los números el camino para salir de la miseria en la que está sumido. La desgracia que acompaña a Ricardo es el producto de haber comprado la equivocada idea de hacerse rico sin ningún esfuerzo y desdeñar otras alternativas más efectivas, pero que según su criterio, significan demoras para ese, su único objetivo. Ricardo espera un golpe de suerte, lo ha seducido la extravagante idea, de  que un golpe inesperado de suerte cambiará su desventura. Ricardo apuesta cada día a ese espejismo. 


Este dos de febrero Ricardo está convencido que su gran oportunidad de romper con el infortunio que lo acompaña ha llegado al fin. La suerte hasta ahora le ha sido esquiva, cuenta con algunos triunfos insignificantes, que le permiten no andar descalzo por la vida, ni con los zapatos rotos bajo la lluvia, pero en ningún caso es la fortuna que cree merecer. Ricardo ha perdido en el juego todas sus economías y el sueldo no le alcanza para pagar las deudas de sus apuestas.


Esas continuas derrotas no lo amilanan, por el contrario, crece en él la pasión desenfrenada de jugar y elabora combinaciones de números aleatorios, a los que se aproxima utilizando descabelladas teorías, que  lo  acercan al número que cambiará su vida, al número de la fortuna, al número de la suerte. En estos últimos días, antes de su cumpleaños, se ha instalado peligrosamente en su pensamiento la estrafalaria idea, de poseer el número que lo hará poseedor de la  fortuna con la que sueña.


En la Oficina descuida sus delicadas tareas de fin de mes, pagos impostergables, movimientos presupuestarios, cobros, cálculo de intereses y aplicación de los estatutos vigentes, lo que se traduce en una pérdida considerable de dinero para la compañía. Un descuido imperdonable.


Sin razón alguna, pero impulsado por motivaciones que soy incapaz de comprender, Ricardo se dedicó la última semana del mes de enero a la cábala, ciencia, que según sus propias palabras, -permitirá reventar los números y eclipsar la mala suerte que lo acompaña-.


Ricardo me comentó con ojos alucinados: que en las ventas de libros usados encontró un libro titulado “Transforme su vida a través de la Cábala” que el libro se lo leyó de un tirón el mismo día que lo compró y me señala con suficiencia la fecha, ese día fue el 12 de enero del 2012, a los 21 días exactos de mi cumpleañós. 


Fascinado, Ricardo intenta explicarme, convencerme, de que precisamente hoy, día de su cumpleaños, cambiará su suerte, él ha descubierto, dice, la combinación numérica perfecta, en su poder tiene  el único número ganador de la lotería. Al fin, el triunfo al que está destinado está al alcance de su mano.  


Temblando de emoción, sin poder contener el entusiasmo, sobre un papel me muestra las ideas concluyentes de tamaña afirmación:

12 -El día que compré el libro de la cábala. 

1 -El mes de enero, inicio de año y mi iniciación en la cábala.

2012 -Fecha del año que vivimos.

2 -El día de mi nacimiento,  

21 -La hora que vi la luz por primera vez.         

2 -El mes en el que nací

21 -Los días entre mi cumpleaños y la adquisición del libro.


Según la teoría que elabora Ricardo, todas las leyes del Universo giran en torno al número 3 y el 21 es el número cabalístico por excelencia, ya que representa las leyes del Universo y este día especialmente está marcado para su fortuna.


-Hoy cumplo 21 años-. Ricardo afirma con convicción: -Yo debo comprar el número ganador de la lotería a las 12 del mediodía-. Mi fortuna se inicia a las doce del día de mi cumpleaños-. Con una sonrisa de triunfo me mostró el número al que está asociado su destino.  21 - 2 - 12  -Nuevamente el 3-. -El número 3 repetido desde cualquier ángulo que lo mires y el 21 para cumplir la cábala-. -La combinación es perfecta-. Dice.


Ricardo lleva también por cábala, un pequeño iman circular a la altura del corazón, en el bolsillo de su camisa, un cordón amarillo con siete nudos, en el bolsillo de su pantalón y se ve así mismo comprando el número ganador. Una sonrisa de triunfo indiscutible asoma a sus labios en el momento que atraviesa la calle en busca de su suerte.


El número 21 se le vino encima, en un instante único las leyes del Universo se acoplaron y el 21 atropelló todas las combinaciones de números y posibilidades. Todo lo demás perdió brillo para Ricardo Sotomayor el día de su cumpleaños y quedó  a las 12 del mediodía del día 2, del mes 2, del año 2012  bajo las ruedas del camión que luce un enorme 21 en su parachoques. 


EL jefe de la Compañía esperó inútilmente el regreso de Ricardo Sotomayor con la carta de despido sobre el escritorio.


Comentarios

Un relato matemáticamente escrito, con un dominio gramatical numérico en palabras y espacios exento de errores, cada expresión en el lugar preciso.
Para mi gusto, un relato que a mi misma me hubiera gustado imaginar...
Ha sido un placer leerlo.
Un abrazo y feliz tarde de verano.

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