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Mostrando las entradas de junio, 2020

En cumplimiento de un deber cumplido

Sube con esfuerzo las estrechas escaleras de la torre, está al límite de sus fuerzas, su resistencia a los setenta años ha disminuido pero siempre se negó a aceptarlo y con la terquedad que lo caracteriza, atraviesa como cada cinco de abril el mismo camino con la determinación de cumplir con la palabra empeñada, con un juramento hecho aquella madrugada ante un desconocido. Ese momento marcó su vida, su inoportuna presencia en un suceso imprevisto lo convirtió en testigo de un acto de cobardía que obligó una despedida y el dolor de una ausencia. Su compromiso es mantener un misterio, dejar abierto un enigma hasta la hora del olvido, y poner en práctica una treta que justifica el riesgo. Por ese motivo se presenta cada año en este lugar a cumplir un acto de engaño. Envuelto en una conspiración se convirtió en guardián de un secreto que no le pertenece. Esa circunstancia inverosímil lo encadenó a la resonancia de unas voces desconocidas, a una solicitud desesperada de un extraño. Los recu

La tía Estílita

El baúl siempre estuvo allí, nos miraba desde el silencio, desde el pasado, desde íntimas incógnitas. Ese arcón antiguo se había ganado el derecho de permanencia en nuestra sala. Su presencia en todos mis juegos era inevitable. El brillo de su chapa de hojalata está impreso en mi memoria, también, sus gruesos cinturones de cuero ajustados a hebillas relucientes. El enorme candado en el centro simula un ojo vigilante y mantiene encerrados en su estricta seguridad secretos familiares. El cofre es un bulto que crece encima de la alfombra, un lomo parecido a la sombra que cargaba la tía Estílita sobre la espalda, que venció su columna pero jamás su voluntad, ni sus modos amables, ni tampoco su sonrisa de dientes perfectos, ni su voz apacible de señorita eterna. La pronunciada joroba nunca la doblegó. La tía Estílita permanecía entre columnas alineadas de ollas y cacerolas, ante un ejército de cucharas de madera y vapores estimulantes. Yo la encontraba entregada a la vigilancia de los

A propósito de Siddhartha

Los fabulosos años sesenta desataron vientos desconocidos, confabulados recorrieron el mundo entero anunciando que era posible un cambio, que el hombre podía ser el mismo y también otro,  distinto, quizás mejor. Uno y múltiple, pero había necesariamente que iniciar el camino, que era urgente la  búsqueda, que el tiempo nos había alcanzado y estábamos llamados ser mejores para construir un mundo con mayor justicia. Esos vientos revolvieron también el sur de América y me encontraron en Venezuela cerca de los veinte años. Desde Inglaterra los Beattles y los Rolling Stones. En Estados Unidos Andy Warholl y Marylin Monroe. En Francia Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir. En España Picasso y Miro y Dali. En Suiza Carl Jung. En Venezuela Conny Méndez y la metafísica. El alemán Hermann Hesse con su Siddhartha. Este pequeño libro nos llegó en formato de bolsillo y papel barato a los cinco hermanos de la mano de nuestra madre y nos muestra un mundo totalmente desconocido, nos abre la puerta par

El inesperado giro de los vientos

Complacido oigo el hondo resonar de las olas contra las piedras, resisten con su habitual paciencia calcárea este incesante ir y venir, es temprano todavía, pero pronto las arenas blancas se visten de a poco con los vistosos colores de toldos y trajes de baño, la mañana se repliega ante la invasión de familias y las olas persisten en animarnos con su áspera voz de sal. Aparecen también los indeseables: el estridente reggaetón silencia la voz profunda del mar y el juego de paleta se convierte en enemigo mortal. La poca paciencia se agota cuando la pelota rebota contra el rostro de una chica. Intento defenderla, pero los indeseables, los resentidos, se agrupan y me humillan. Derrotado me marcho, ya en el auto, la ventana rota me advierte una nueva afrenta, esparcidos los restos de cristales se convierten en el caleidoscopio de mi desaliento, a donde viene a encallar este naufragio que hoy me acompaña. La chica que intenté defender: bronceada y cubierta apenas con un hilo dental ana

La marca indeleble de su signo

  Nació un treinta y uno de marzo y no supo sino hasta hoy que el destino le había reservado un lugar privilegiado en millones de corazones. Su imagen y su nombre serán compartidos en lugares que nunca visitará. Quienes lo conocen no imaginaron jamás, que seguir con testarudo empeño la huella de su signo sería la llave de su fortuna. Tiene prohibido expresamente descubrir lo que está escrito en su destino. Quien consulte el horóscopo y crea en lo que dice ha descreído lo que ha sido revelado de antemano. Afirma el profeta: (Él posee las llaves de lo oculto y nadie más que Él las posee y nadie ni en el cielo ni en la tierra conoce lo oculto salvo Él) Pero no puede escapar del dictamen de los astros, desconoce sus códigos y se deja llevar por la ventolera que empuja a los nacidos en Aries. Ese signo de fuego que lo rige y le imprime la determinación de culminar todos sus proyectos, es de espíritu impulsivo, un tanto irreflexivo, osado hasta la temeridad. En el horóscopo árabe

El hilo de la nostalgia

Un segundo antes de salir de la habitación, el último movimiento me detiene un instante frente al espejo, con cierta indolencia, sin agotar su enorme paciencia me devuelve el gesto y la mirada que conozco de memoria. El espejo no se toma la molestia de esconder o suavizar los cambios que la vida ha impreso con saña sobre mi rostro, con exactitud de cálculo matemático repite mi imagen indiferente. Los años, la rutina cruel y los desvelos dejan huella, profundas líneas marcan la expresión que hoy me caracteriza. Las tristezas y alegrías vividas quedan grabadas en los surcos que me cruzan la frente. La piel, ese órgano enorme, el más grande de nuestro cuerpo, cede ante el empuje constante de muecas convertidas en respuestas automáticas, las arrugas son el resultado de mi actitud ante la vida, son las cicatrices de esta guerra sin cuartel que libro para poder vivir intensamente. El espejo es testigo fiel de mis momentos terribles y repite con cruda rudeza el agobio de la angustia que m

Canto del dulce amor en Primavera

En el día del padre publico este poema de José Jesús Morales Espíndola escrito cuando nació su primogénita, mi hermana. Canto del dulce amor en Primavera   A Nuncia Carolina Morales Espíndola   Dulce amor que me llega iluminado en tu clara sonrisa. Primavera. Dulce amor musical, pájaro alado recogido en tu verde cabellera.   Nube y palma en detalle del paisaje. Gaviota y golondrina volandera. Mi corazón se adorna para el viaje con este dulce amor que ahora me llega.   Oigo que todo canta complacido, que ríe el nocturno bosque de luceros: el árbol del cerezo florecido me invita a conversar bajo su cielo.   Tengo algo de infantil y algo de viejo con esta alegría nueva que me llena. Ya mis pasos se afirman en el tiempo que antes fue de la angustia y de la queja.   La noche es grande y alta. Todo alto. Yo pequeño… Yo, como un peregrino que camina Por la luz de un cocuyo hacia su sueño…   Peregrino en la vía fortalecido por este pa

Un hombre singular

A la familia, para recordar al abuelo en el día del padre. Hay hombres que son el resumen de muchas vidas. Cada paso que dan los aleja de lo que fueron y los acerca a lo que serán. Estos hombres singulares están convencidos que su única opción es seguir adelante y enderezar la carga en el camino. Intentaré hacer el epítome de un momento en la vida de un hombre que conocí en 1918 y reúne peculiares características. Este hombre nació bajo el signo del peligro, su padre era contrabandista. Sin nación y sin patria su padre vivía en la anomía bajo el imperio de su criterio. Su madre fue una india de la tribu warao y le fue entregada al padre junto con un chinchorro de moriche en la selva del Delta del Orinoco a cambio de unas baratijas traídas desde la vecina isla de Trinidad. A su madre se la llevaron temprano las fiebres del pantano. En un intento por retenerla entre los vivos le administraron fuertes dosis de quinina y le recitaron durante cuatro días consecutivos y sin descans

Día de Júbilo

Permanezco en las profundidades de la tierra, deambulo en oscuros túneles bajo las piedras y cuento los escasos y lamentables brotes de arenisca en el ejercicio de este oficio de topo ciego. Estoy condenado a pasar mis días en la oscuridad arañando la tierra. Allá, afuera, el sol ilumina los colores: la brisa azul y el rosado aroma de los duraznos son un recuerdo permanente de mi cita postergada hasta encontrar un hilo de oro en este exilio voluntario y necesario. Mis días se reducen a este socavón, a este laberinto de galerías inestables, al precario y vacilante haz de luz que alumbra mi próximo paso. Resignado al destino, a ese futuro que está escrito en páginas desconocidas, con algo de ese miedo inevitable que llevamos agazapado en nuestras decisiones, enciendo la mecha. Yo apuesto por la esperanza, conozco el riesgo que corro, pero es una decisión tomada y no tengo alternativas. Atento a los imprevistos miro con escepticismo serpentear la lumbre, intensas chispas verdes tornasolad

En la sencilla franqueza

En la sencilla franqueza de nuestros cuerpos desnudos se reanuda una alianza definitiva contra el azar de los vientos en su tránsito de arena.   La dulce luz de la intemperie ilumina nuestra entrega.   Bajo los vivos colores de la tarde, en la transparencia ansiosa de estas miradas nuestras se revela el signo que nos ciñe.   Un curso de agua, su canto sonoro al encuentro del destino.