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Mostrando las entradas de agosto, 2019

Un talismán único

A mi amiga Natallie Esteller Echegaray y su inusual protección.  Camina sobre oscuras arenas volcánicas, siente bajo sus pies los restos de ásperos incendios anteriores a ella. La profunda voz del mar repite con insistencia una advertencia, pero ella persiste en llegar sola hasta el final. Intenta apartar el miedo creciente, la menguada luna de esta noche ilumina un pensamiento siniestro y en el pecho revienta de golpe el galope de un caballo desbocado y la vida se le va al garete. Por un instante se hunde en una insólita noche y las luces de sus entendederas se apagan en un guiño momentáneo. Un rayo silencioso señala el punto final a su vida de bergante. No esperaba el asalto de las sombras tan temprano, ella   apenas amanece a la vida y siente en este latigazo inesperado la hora cumplida, la temida señal del estigma de estar viva. Le sobreviene un suspiro que cree el último, se entrega a su destino, con el fatalismo de saber que su vida está inconclusa. Para su asomb

Eran las tres de la tarde cuando mataron a Lola

Suenan las tres de la tarde en la campana de la vieja y destartalada  iglesia, es la hora de la sagrada siesta después del almuerzo, la pesada hora del burro, la hora en que mataron a Lola. Caminé despacio entre calles acuchilladas por el desalmado sol y recordé las viejas y dolidas coplas de un amor desmedido, desbordado en la entrega  absoluta, total. “Eran Las tres de la tarde cuando mataron a Lola y dicen los que la vieron que agonizando decía: Yo quiero ver a ese hombre que me ha arrancado la vida. Quiero abrazarlo y besarlo para morirme tranquila” A esta hora los negocios están cerrados y este pueblo polvoriento, por puro milagro, no ha desaparecido del mapa bajo la fuerza de una ventolera,  permanece bajo amenaza constante de ser sepultado bajo las aguas, que a pocos pasos, juegan a los remolinos y   dictan órdenes oscuras entre piedras y cangrejos. Alrededor de la plaza Bolívar se encuentran en puntos estratégicos: La Botica, el Dispensario, la Funerar

El desconcierto del Inspector

Miguel Andrade me desconcertó, su conducta inaudita me llevó a merodear por extravagantes extremos del racionamiento y mi pensamiento lógico se detuvo en el abismo entre lo real y la especulación de la imaginación. El caso de Andrade me exige andar en actitud expectante para no cometer la torpeza de un descuido. Me encuentro ante el enigma de una conducta humana que no responde a los parámetros establecidos entre los casos de estudio criminal. Investigo la desaparición de Miguel Andrade. Entro a su departamento y no encuentro indicios de violencia, ni rastros que indiquen una huida, ni tampoco evidencia alguna que señale, que Andrade habitó este lugar. La falta de pistas dispara mi sospecha: existe una intención premeditada que implica una planificación cuidadosa y una ejecución meticulosa. Este descubrimiento me incomoda y no termino de aceptarlo, pero reconozco, que un hombre es capaz de esconder todos los hombres detrás de una sonrisa de abuelo dulce y afable. Andrade cuidó con esm