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Mostrando las entradas de septiembre, 2020

El jugador

  A mi hija Marilyn: para que tenga una imagen de su bisabuelo Aeropagita  La primera vez que jugó perdió. La imagen regresa implacable y se asoma con frecuencia al espejo de sus días y con crueldad le muestra la única consecuencia posible de mantener su vida asociada a los giros de la fortuna, aun así, jugar se ha convertido en un impulso imposible de contener. Jugar es entrar en un torbellino de ansiedad con múltiples posibilidades. El triunfo y el fracaso repartidos en un mazo de cuarenta y ocho cartas. El cielo y el infierno a la vuelta de una ronda.  El corazón se acelera. Un río se desborda y revienta las venas. El rostro permanece impasible, sin una mueca. Los ojos sin un destello miran los ases, firme la mano, con pasmosa calma empuja las fichas al centro de la mesa, echa el resto para culminar la apuesta y espera con la baraja cerrada la respuesta.     Perder es caer en la fisura de un abismo, cruzar la esquina de  una calle interminable y oscura, en donde esperan los fantasma

El inútil acto de olvidar

  El recuerdo se cuela por una estrecha fisura de la memoria, permanece oculto en las esquinas de la nostalgia y aguarda con calma el segundo exacto, el momento justo para saltar por  encima de las sombras y convertirse en el destello que ilumina el lado oscuro del espejo y muele con dientes afilados mi propia imagen. He tratado de borrar ese recuerdo, pero logra evadir cada uno de mis intentos y fracaso. Terco y persistente, el recuerdo burla mi empeño de mantenerlo detrás de los últimos sucesos. Pruebo esconderlo en la incesante actividad de actos inútiles, en un eterno boxeo de sombras que promuevo con alardes de intensidad, pero  no lo consigo. Logro con la ficción de triunfos efímeros alejar por momentos esa evocación, frenar sus permanentes acometidas, obstaculizar sus apariciones imprevistas con la firmeza de decisiones impostergables. Todas son argucias para mantener el recuerdo en una custodiada encrucijada, ya que me resulta imposible borrarlo, mucho menos hacerlo cruzar la f

Carta a mi estilográfica

  A veces me pierdo en las sorpresas del odio. En el atroz desenlace de la injusticia. En la tiranía de las armas. Cien nombres ausentes me arrinconan en el dolor ajeno, y entonces escribo cartas, cartas como esta, en un intento desesperado por encontrarme, por reconciliarme con la vida. Querida estilográfica: desde el momento en que el destino nos cruzó colgabas de mi corazón con el orgullo de poseerte. Atormentado en la búsqueda de las palabras, de sus diversos significados, de sus múltiples equivalencias, de la sonora repetición de su voz plural que intenta evadirme y se esconde en oscuros recovecos de mi memoria, yo aferraba mis dedos a tu cintura y te obligaba a correr a un ritmo exasperante. Con el mayor de los entusiasmos me seguías, los dos, en sincronía con lo aprendido ejecutamos sobre tenues líneas azules un acto mágico, y mi imprecisa caligrafía quedaba grabada en los blancos milímetros permitidos. Al final de la página, rozando el flanco derecho, en el borde mismo, con ele

Los regalos del abuelo

  El abuelo, mi abuelo, es un incansable viajero, ya lo era antes de morir la abuela que lo acompañó y complació en esa necesidad de cruzar las fronteras. Ahora que está solo pasa más tiempo ausente que con nosotros. Sus destinos son impredecibles. Siempre hay un sitio incierto por conocer, un pueblo célebre por visitar, una oportunidad, un motivo para viajar. Esa decisión de visitar un lugar en cualquier parte del mundo depende de impulsos desconocidos, incluso para él. Algo en su cabeza despierta una curiosidad más fuerte que él mismo y entonces inicia una investigación y cuando finalmente parte a su destino hace rato que su pensamiento está allí.   Se puede ver claramente un brillo especial en sus ojos, el abuelo deja de mirar lo que tiene enfrente para mirar detrás de las paredes, comienza a vivir el viaje, le cambia el rostro, el carácter y se le agudiza la sordera.   No deja nada al azar, no hay improvisación en sus viajes, todo está planificado casi al detalle,  dice que a su e

En referencia a un discurso

  Como todos los días despertó de mal humor, comprobó que amaneció con servicio de agua y electricidad, pero ni siquiera eso cambió su mal genio, en un país que gira a la buena de Dios y escasean los derechos, ni siquiera esa buena señal le cambió el ánimo. Siente la boca amarga y seca, el efecto del malestar general del alcohol licuando la sangre es letal, los pulmones son piedras porosas  de humo y nicotina y en esas condiciones el ánimo es de perro apaleado. Como cada mañana repite los mismos movimientos con la constancia que obliga la rutina. Bebe directamente del chorro de agua del lavamanos, se cepilla los dientes y no logra quitarse el mal aliento, se afeita, recorta el bigote con la precisión y exactitud que le permite la costumbre, se queda un siglo bajo el agua caliente perdido entre los recuerdos que se evaporan sin poder retenerlos. Se viste con ropa limpia y sobrado desgano. Trata de recomponer alguna idea sin conseguirlo, y una vez más opta por repetir los movimientos mec

Preámbulo para un poema

  A ustedes. A todos ustedes Reviso manuscritos de mi padre que el tiempo desvanece  entre fotografías gastadas y me señalan todos los hombres que fui y que soy bajo el amparo de mi nombre. Mi padre me mira desde el blanco y negro del registro fotográfico, desde sus diferentes edades, desde su inconfundible bigote que yo recuerdo manchado de nicotina. Manuscritos atascados en el tiempo que yo dejé reposar en esa gaveta de olvidos entre la memoria amarilla y mis múltiples mudanzas. Papeles escritos en tinta azul con característicos trazos de estilográfica y la caligrafía de quien lleva prisa para no olvidar el ritmo que le dictan las palabras. El polvo del tiempo acumulado y el temblor de su mano apresurada convierten la lectura en un acto de adivinación. Mis  hermanos y yo mismo los hemos manoseado muchas veces, muy pocos están fechados, mi padre no escribía para la posteridad, ni tampoco utilizaba método alguno para imprimir sentido y tono a la imagen creada -carecía de esa disciplina

La urgencia de las circunstancias

  Espesas y tercas, las  nubes convocadas y empujadas por los vientos vienen desde todas direcciones y cercan al pueblo. Los pobladores  duermen desprevenidos en la quietud de la hora. Oscuros, los cúmulos grises y negros persisten y convergen hasta la asfixia en este pedazo de cielo. Estas masas informes de grafito cubren la iglesia, la plaza, las casas y hasta el cementerio. Los pesados nubarrones chocan y retozan divertidos hasta la chispa estruendosa del rayo, inconfundible y zigzagueante la línea luminosa atraviesa el infinito, revienta en un eco que retumba y logra sorprenderlo. El aplomo mal disimulado se convierte en alarma y lo obliga a mirar al cielo, en un intento por descubrir las intenciones que conspiran contra su misión, contra una decisión tomada de antemano.   Percibe entre brumas y silencios, en esta hora imprecisa en que los sueños muerden el costado y se convierten en pesadillas la amenaza de un diluvio. No puede dar un paso atrás, ni retroceder el tiempo, se quedó

Clinicamente muerto

  La muerte lo sorprendió y como todos los que se murieron antes que él desconoce aquello que acontece y no está preparado para dar ese paso,  su ignorancia del momento en que cruza el territorio que separa a los vivos de los muertos es absoluta, no tiene ninguna idea de las sombras que pueblan el espacio que debe atravesar, es una zona que permanece cubierta por el manto de lo desconocido y para muchos resulta tenebrosa. Llegada la hora, al cruzar la encrucijada final y enfrentar ese nuevo horizonte desconocido se despejaran todas las incógnitas. Eso pensaba Raúl Romero mientras estaba vivo, por ese motivo nunca mostró interés alguno en desentrañar el misterio que acompaña a la humanidad desde el primer día de su existencia. Prefiere buscar soluciones prácticas a problemas urgentes: pagar el arriendo, arreglar la llave que gotea, comer, protegerse del sol y de la lluvia, mantener el equilibrio frente al saco de circunstancias que le exigen respuestas. Su lema ante la vida siempre fue

Encuentro entre León de Greiff y Sergio Stepanski

  Texto elaborado en base al poema de León de Greiff  - Relato de Sergio Stepanski- Incapaz de predecir los sucesos que sobrevendrán a mi próximo paso, incrédulo y sin fe. Irresponsablemente impaciente. Con un inocente y simple impulso inconsciente tomo un cuaderno de notas que encuentro olvidado sobre una de las mesas del Café Automático, aquí me dejo las noches que invariablemente me llevan al conocido camino del fracaso.   Corre el mes de diciembre, a Bogotá la envuelve un viento frío que se cuela entre las calles y baja de las montañas, es una visita que viene cada año y se instala hasta febrero. Pido un Brandy y hojeo el cuaderno ajeno que acabo de tomar.   Hay anotaciones desordenadas, la letra precisa rompe los márgenes con apremiante urgencia, tengo dificultad para seguir el hilo trastornado y desconcertante de estas líneas, que encuentro sin sentido, códigos que desconozco, imágenes que rayan el absurdo.   Paso las páginas perdiendo el interés inicial, y tropiezo con una  estr

El peso de una cobardía

    En el cielo navegan sin rumbo, a la deriva,  los jirones grises y violetas del velamen desprendido de un barco, que derrotado, zozobra en las aguas de un mar desconocido. Los restos de trapo despiden solidarios a un sol, que finalizado su ciclo, se marcha de este cielo de agosto agotada su vitalidad de las primeras horas. El cielo amenazó durante el día lluvias y mantuvo el simulacro de aguacero hasta la última hora, para finalmente borrar la tarde con vientos apacibles y despedir el día y su precario balance sin lloviznas, sin garúas.    En el último instante el sol se resiste a su destino de sombra, niega la oscuridad a la que el destino lo condena cada tarde y lanza un soplo de fuego para incendiar al desprevenido cielo, que sobresalta en oros de intensos rojos y matizados ocres el final de una dulce tarde. Una brocha enorme los difumina en el horizonte, borra el azul y deja este espectáculo de colores y de luz. En un instante, con esta intensidad de última hora, el cielo se co

Huida

  A mi amigo Miguel Ángel Cortés Rodríguez: defensor de la libertad y quien siempre ha negado la acción de hacer justicia por encima de la ley y las instituciones, a pesar de conocer su inoperancia.   El chino Casimiro huye. En su intento por escapar se mimetiza en un circo convertido en fúnambulo y realiza un ejercicio de desprecio absoluto por la vida, en su acto, camina sobre una cuerda tensada entre dos postes. Con el vacío a sus pies se niega a usar la red de seguridad. El circo atraviesa todo un continente y la gira termina para él en un pueblo en donde Mandinga perdió el poncho. A Casimiro no lo persiguen las leyes. A Casimiro lo persigue la sombra de la sangre ajena, el insoportable peso de una acción atroz realizada con festinación, como un acto necesario de justicia y del cual no se arrepiente, pero se avergüenza. Tarde, reconoce que hacer justicia no le corresponde. Casimiro nunca pensó en el beneficio personal, ni en la gloria, ni tampoco en el reconocimiento de quienes exi

La inolvidable Julia

  A mi amiga Aura: Ella me lee con la benevolencia que envuelve el afecto de esta amistad de treinta años y que permanece intacta, a pesar de las circunstancias, las mudanzas, la distancia. Era un amor genuino que nació en la penumbra de las cámaras de ensayo y rebotó en las invisibles fronteras de la acústica. En el círculo interior de un anillo íntimo de acordes se hizo auténtico y creció como legítima melodía. En estricto cumplimiento de las leyes de la armonía el amor se desbordó en intensos tonos agudos, que él, ejecutante privilegiado,  logra realizar  en solos estupendos. Esos agudos desatan de inmediato una tormenta imprevista de  tonos graves, melancólicos. Las arias que tocan son clásicos conocidos, pero desde el impulso medido de los pulmones de ella, esos tonos graves suenan más profundos y se convierten en deslumbrantes ecos que iluminan la oscuridad de las cuevas. Amplificados por el amor surgen brillantes sonidos desde la guitarra, y desde el oboe resplandecen aquellas i