Encuentro en la red


El día que Teresa Torres encuentra  a Ramiro, ella busca en la red el ángulo extraviado en la balanza de la justicia, la hendidura por donde desaparece la luz de la igualdad en desorden. Necesita encontrar el escurridizo punto en  donde coinciden las perversas sombras y tuercen las leyes imponiendo un sesgo arbitrario al equilibrio y ejercen el atropello como norma.


Teresa descubre con dolor, que instalada la injusticia, el bien se extingue poco a poco, surge la crueldad de los abusos, crea un foco de destrucción que se expande con velocidad de vértigo, el asombro sustituye a la razón, se duda de la verdad, se abre el espacio para contar mentiras y una historia arbitraria al servicio de los atropellos se difunde como cierta.


Ramiro busca en la red, los  detalles que sugieren entre símbolos rudimentarios, el destello de un pensamiento extraviado en una esquina desatendida del olvido, una abstracción, un cálculo perdido en las tinieblas.


A Ramiro le pesa el cansancio de múltiples tentativas sin resultado, no puede encontrar el camino para llegar a la punta del hilo, derrotado por la inconsistencia de su memoria, que creyó infalible, le confesó a Teresa, al tropezar con ella en el ciberespacio: -Estoy perdido entre ideas propias y ajenas-. -Entré a un laberinto de incongruencias en busca de una pista y no logro encontrar la salida-.


Ella lee con atención el mensaje que Ramiro acaba de escribir y piensa: -La balanza está rota-. Pero no lo escribe, en cambio, contesta: -Con esfuerzo puedes encontrar la ruta a esa idea que te evade, yo también estoy atascada, quizás juntos podamos encontrar una salida a nuestros propios embrollos-.  


Sin cita previa, sin conocer sus coordenadas, Teresa y Ramiro se encuentran en la red. Su búsqueda los lleva por diferentes direcciones y la casualidad, el destino, un accidente, la coincidencia de una palabra, o su sinónimo, que el algoritmo de la inteligencia artificial identifica, los hizo coincidir en un cuadrante impreciso. En ese éter, sus interrogantes se rozaron con la intensidad de un terabyte, y en la inconsistencia geográfica del circuito de su navegación errática se produjo el encuentro.


Teresa escribió: -Intento entender los motivos que llevan a la balanza de la justicia a inclinarse a favor de la maldad, la razón que obliga al Estado, a utilizar la violencia para arrebatarle a los inocentes ciudadanos la justicia que tiene el deber de garantizar-. 

Ramiro contestó: -La justicia es imperfecta, pero debemos luchar por ella cada día, todo es posible a largo plazo, todo pasará cuando sea el momento, lo imposible es una meta a lograr-. -Yo estoy a la caza de un detalle, de un fragmento que sigiloso se escabulle, se escapa y es el único que me permitirá dar con el perfil de un bandido que utiliza bárbaros actos de venganza, sutilmente entrelazados-. -Ese detalle que me evade es la única forma que yo conozco de poder aplicar con justicia la ley-.


Teresa contestó: -En Nicaragua, la justicia dejó de ser la icónica imagen que conocemos, la de la hermosa mujer ataviada a lo griego antiguo, vendada,  que porta con elegancia la espada de la ley y sostiene una balanza en donde inestable y precario se sostiene el equilibrio-. -Esta imagen ha sido sustituida por la grotesca escultura del danés Jens Galschiot-. -La supervivencia del más gordo-. -Representada por una mujer chocante, obesa, inútil, que sostiene en sus enormes dedos deformes una minúscula balanza y en su mano izquierda un cayado nudoso-. -Este peso enorme es sostenido por un hombre de condiciones miserables, desnutrido, indefenso, sometido por completo y personifica al pueblo-. -Esa es la imagen real de Nicaragua y tantos otros pueblos sometidos por la barbarie-.


-La justicia es el hilo que mantiene en equilibrio todas las cosas y a los hombres y no este vago deseo inalcanzable que alimenta los corazones de la mayoría secuestrada en las fronteras de Nicaragua.


Ramiro leyó con atención las últimas líneas y descubrió que un fallo en la justicia era el punto de conexión que busca y escribió: -No luchar por la justicia es traicionar tu deber como ser humano-.


Teresa Torres leyó el texto. Tomó su bandera azul y blanca y ataviada con ella al estilo de la dama de la justicia, salió a las calles de Managua y se declaró auto convocada, en resistencia permanente por la justicia, contra la dictadura de Ortega y Murillo.


 


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