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Mostrando las entradas de junio, 2013

24 junio 2013

Tú que todo lo tienes Tú que todo lo das San Juan: Abre las puertas de lo inédito alumbra las sombras déjanos  traspasar el umbral de lo desconocido hasta el inicio de las palabras, no nos abandones en esta hora nefasta, ahuyenta el prólogo, sus fantasías, fantasmas y engaños; intercede como aquel 24 en Carabobo para vencer a estos nuevos invasores, extranjeros vestidos de corderos. Permítenos recuperar las voces perdidas, el lenguaje de la libertad, derrotar la mentira, recuperar la democracia que manos perversas, ilegítimas, ajenas, nos arrebataron. Despeja los caminos a los hombres de buena voluntad y  ayúdanos a regresar por nuestros propios pies a cantarte a celebrarte.

Carta a un amigo

La carta va dirigida expresamente a un amigo, pero se escribió deliberadamente para innumerables destinatarios, esta circunstancia me obliga a publicarla abiertamente, con la esperanza que lectores ocasionales puedan encontrarse en alguna línea.    Carta a un amigo Mí querido Doctor: reciba un abrazo desde los cultivos de uvas, desde las cepas. Un abrazo desde el otoño austral, uno de tantos abrazos en el exilio para huir de la violencia, excusa perfecta para el éxodo, pretexto ideal para escapar, una máscara para esta fuga geográfica. Un abrazo Doctor: desde esta columna vertebral desdibujada al final del continente, que alguna vez estuvo fracturada por la violencia y al igual que en nuestra maltratada geografía, abrió abismos en los corazones, convirtió las familias en despeñaderos, dividió los apellidos, levantó una sombra de miedo y silencio, enfrentó a la verdad franca y sencilla contra los vericuetos, los laberintos de la mentira y se convirtió en tatuaje indeleble, que aún perdu

Un 3 de Junio

Yo navegué en los mares occidentales. Timonel de  navío sin brújula. Estuve a punto de zozobrar, de hundirme, perderme en la profunda herida de la violencia, en una tormenta de confusiones con vientos a sotavento. Me gasté los ojos en busca  de señales. En ciertas noches sin estrellas una ráfaga de luz abría la fisura a caminos sin fronteras y rogué a los vientos me llevaran a ese puerto desconocido. Con el sol hundiéndose en las olas creí ver una mujer desnuda, rosa sin espinas a medio abrir se mecía sobre campos de trigo en los últimos destellos de la tarde. Levanté una vela en el mástil mayor con los jirones de una vieja bandera de siete estrellas y soplé el lenguaje firme y paciente de promesas y juramentos. Con restos de sal entre las uñas, la piel tatuada por el sol un mes de julio, ante mi asombro se levantó sobre cuatro escalones un faro surgido entre la niebla de lagunas y montes claros, dos columnas perfectas l