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Mostrando las entradas de junio, 2019

La ilusión de encontrar el espejo de las certezas

A mi amigo Ismael (Pitillo) Por toda la esperanza que corre en sus ríos y anega las orillas de un país destruido. El espejo en donde me busco con ansiedad inusitada no me repite, niega mi imagen, ni siquiera asoma un destello de   mi esencia para mostrarla como un triunfo, o una burla certera. Tercamente se rehúsa a reflejar cuanto me rodea, no permite que vislumbre una sola referencia, ni tampoco el efímero detalle de alguna evidencia, que tímida, sugiera la seguridad que necesito para dar el siguiente paso con garantía de éxito. El espejo está empañado con el vaho de acertijos disociados, ferozmente manipulados para distraer y paralizar. Al espejo lo enturbian las ávidas miradas de quienes se miraron antes que yo en busca de posibles salidas acertadas. Ellos, los otros, se anticiparon y corrieron los riesgos de avanzar entre tinieblas en busca de respuestas. Con miedo resbalaron por un sinuoso laberinto sembrado de inseguridades, de crueles interrogantes, pero decidiero

En la espesa niebla

En la espesa niebla eres luz que ilumina la incertidumbre, desvaneciendo peligros, atascos urdidos por el temor.

Argumento de un suicida

A la memoria de mi compadre Luis Moros Murió por propia mano el 11 de octubre de 2015 según los médicos forenses. Traspaso las puertas de esta Catedral y dejo a mi espalda las últimas luces de la tarde, que solidarias y rebeldes me acompañan. Entro con una decisión tomada firmemente. Un sol arrebatado de intensos  colores se niega a morir. El cielo se ha ensangrentado. La tarde se resiste a convertirse en sombra, en noche, y revienta los inocentes vitrales de esta iglesia con un escándalo de tonos rojos, violetas, dorados. Es sin lugar a dudas una protesta sorda contra el destino. Miro esta tarde por última vez y entro decidido,  vengo con un rosario de quejas, reproches, demandas. Ni súplicas, ni lamentaciones. No busco, ni  quiero respuestas. Con la fuerza de la ira, de la rabia, de un enojo que me consume hasta la sangre, vengo a exigir, a protestar, a levantar mi voz en esta casa de oración hasta ser escuchado por quien torció mi vida hasta el tormento, po

El hilo de la nostalgia

Un segundo antes de salir de la habitación, el último movimiento me detiene un instante frente al espejo, que con cierta indolencia, sin agotar su enorme paciencia, me devuelve el gesto y la mirada que conozco de memoria. El espejo no  se toma la molestia de esconder o suavizar los cambios que la vida ha impreso con saña sobre mi rostro y con exactitud de cálculo matemático repite mi imagen indiferente. Los años, la rutina cruel y los desvelos  dejan huella, profundas líneas   marcan la expresión que hoy me caracteriza. Las tristezas y  alegrías vividas quedan grabadas en los surcos que me cruzan la frente. La piel, ese órgano enorme, el más grande de nuestro cuerpo, cede ante el empuje constante de muecas convertidas en respuestas automáticas, las arrugas son el resultado de mi actitud ante la vida,  son las cicatrices de esta guerra sin cuartel que libro para poder vivir intensamente. El espejo es testigo fiel de mis momentos terribles y repite con cruda rudeza el agobio

New York

New York Publicado en la revista literaria Monolito https://revistaliterariamonolito.com/cuento-new-york-por-jose-morales/ Caminó perseguido por la voz inconfundible de esa mujer que atropelló su juicio, se adueñó de su voluntad, forzó sus pasos por calles totalmente desconocidas, sin nombre. La voz unida al gesto lo perdió en laberintos asfixiantes y lo empujó finalmente a una espiral sin retorno ni futuro. La voz de esa mujer llena de matices se le metió en la cabeza y lo empujó hasta el fondo de un precipicio en la terca búsqueda de una oportunidad que lo esquivó hasta el final. Rubén Antonio Rincón dejó su casa en la mañana, está dispuesto a encontrar la oportunidad que se le niega. Viste de traje con la intención de pasar desapercibido y decidió no regresar hasta encontrar su destino en las calles.  Necesita sacarse de encima la insistente voz que no deja de oír ni un momento y le repite, desde unos provocadores labios color del vino tinto, la enloquecedora promesa de entregarse e