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Mostrando las entradas de octubre, 2021

Huelepega

  Solamente en tres encuentros se nos va la vida. En tres oportunidades el destino me hizo tropezar con Daniel, esas tres veces se han convertido en tres imágenes, en tres fotografías colgadas en las paredes blancas de mi memoria. De vez en cuando, una idea extraviada ilumina el recuerdo y se abre la boca de un túnel de sombras en donde me interno con pasos  falsos y apoyado en oscuros pensamientos me topo con la desesperanza, ese mal que nos acecha. Mi primer encuentro con Daniel fue a las dos de la madrugada y casi me mata del susto, es una hora inusual para encontrarse con un niño en la calle, solo y en el mayor de los desamparos. En cambio, para mí, es la hora que habitualmente finaliza mi turno en el restaurante Alonzo. Desde hace dos meses soy mesonero en ese lugar y cada día, todos los días, sin falta y puntual, cumplo mi horario de trabajo. En la madrugada de ese primer encuentro con Daniel, caminé por las calles desalmadas y mal alumbradas de Sabana Grande, pasé por el callejó

Iguales

    Con las primeras luces de una mañana incierta, en el minuto señalado,  el fabulador y el bergante toman agua. La chorrera de agua baja de una montaña próxima y corre sin detenerse por un cauce sonoro de piedras blancas. Los dos hombres no se conocen, jamás se han visto, llegaron a la corriente de agua desde caminos diferentes, causas distintas motivaron el arrebatado impulso, que los llevó a correr los riesgos de caminar sin tregua durante toda la noche y ahora, agotados por el esfuerzo, amanecen en la orilla de esta corriente de agua y para calmar la sed que los consume, se detienen un momento, sin imaginar, que al beber agua abren la puerta de la locura. Ambos hombres están sedientos, han recorrido un largo camino y la casualidad los reúne. Para los destinistas, que niegan las casualidades, este encuentro de los dos hombres movidos por la urgencia de una cita impostergable, está escrito en el libro en donde queda asentado nuestro destino. En esas páginas manuscritas con letra men

Las incógnitas de la edad

    Tengo setenta y cinco años y  me siento con ánimos suficientes para seguir viviendo, desde luego, no quiero crear confusiones ni falsas expectativas sobre mis capacidades y debo decir, que se suman a los años las limitaciones propias de la edad y muchas veces, el cuerpo no acompaña al espíritu, pero ante esas eventualidades predecibles, el carácter inquieto que me identifica no me abandona, ni tampoco la decisión de seguir adelante.   Reconozco sinceramente que carezco de aquellos bríos de los cuarenta años y son otros los intereses que me animan, totalmente distintos a los que en aquella época me acompañaban y me obligaban a llevar los zapatos apropiados, puntual la etiqueta en el vestir, los trajes a la moda, justa la corbata, exacto el nudo, impecable el cuello de la camisa. Pero a falta de esos bríos de los cuarenta años y con la esperanza de otros deslumbramientos, poseo la misma emoción por seguir el rumbo que mi destino dibuja.  Debo confesar que en otro ciclo de mi vida, en

El mago malo

   Mi abuelo es mago. Es un hombre largo y delgado que viste trajes oscuros y camina con elegante desenvoltura, desde lejos, parece un enorme lápiz negro ataviado con su inseparable borrador blanco. Ayer mi abuelo estuvo en casa, se empeñó en no saludar a nadie, pasó cómo una delgada estela de humo y escondido en las esquinas del misterio me entregó un pequeño obsequio envuelto en papel de seda. Cruzó la puerta y desapareció sin pronunciar una sola palabra. Corrí a mi habitación y sobre la cama, con mucho cuidado, desenvolví el regalo. Un disco macizo y grueso de ébano pulido, en relieves de oro y plata extraños símbolos en forma de arabescos asoman sobre la circunferencia del pesado disco. Mi abuelo tiene la costumbre de regalarme extrañas piezas antiguas de fascinante apariencia, pero que en realidad, esconden objetos de asombrosa utilidad, siempre lo sorprendí, o creí sorprenderlo, al encontrar la verdadera intención dentro de una magnífica ilusión. Con los regalos de mi abuelo he c

Borrón y cuenta nueva

  Inmovilizado en esta cama de hospital me desconozco, oigo historias ajenas que se cruzan y no encuentro conexión con mi propia historia, en un minuto que se hace eterno, las líneas rotas de mi paso por la vida se bifurcan y jamás se encuentran, me abandonaron el pasado y los recuerdos. El futuro se evapora sin asidero y el presente se compone de interrogantes que me asedian y se convierten, en oscuros símbolos que me lastiman, que me hieren. Mi vida se ha convertido en un enigma a raíz de un accidente del que no tengo memoria. Mi pasado se convirtió en una enorme página en blanco y no tengo el menor recuerdo de mi existencia. Una  mañana desperté en la cama de este hospital, las piernas inmovilizadas, la cabeza vendada, con moretones y raspaduras en los brazos, adolorido el cuerpo todo. Me espera una lenta, larga y exasperante evolución y sufro, según el diagnóstico de los doctores que me atienden, de amnesia. Mi condición es producto de una fractura de cráneo. Los doctores suponen,

Las tretas de la muerte

A Tigana. Ante el inevitable poder de la muerte y la huella de estricta rigidez que deja tras su paso, capaz de transformar en fieros, los rostros más dulces, ante esa constante que presentan los cuerpos tocados por la muerte, él repite con fervorosa constancia palabras ajenas. Esas palabras que aprendió de memoria no le pertenecen, pero decidió adoptarlas como propias, no con la odiosa intención de plagio, por el contrario, cree que al pronunciarlas las rescata del olvido, las convierte en certezas y le permite borrar la rigurosa sombra que deja el paso oscuro de la muerte. Mira la pantalla de su computador y la frase escrita es una difusa columna de diminutas hormigas negras,  la fuerza de la costumbre lo impulsa a ejecutar un gesto que lo identifica. Cuidadosamente, con las dos manos, toma los delicados anteojos de alambre que descansan sobre la mesa y los coloca y ajusta con gestos de vieja práctica. Regresa la vista a la pantalla, ayudado por los lentes, con la claridad de una rev

Cacho en la manga -2016-

  Armando Acuña acaba de cumplir veinte años y está de vacaciones en la hacienda de sus padres, creció en estas llanuras ordeñando vacas y arreando ganado sobre su caballo. Era un peón más, sin privilegios. Armando conoce el comportamiento de los animales, en cambio, no termina de  entender los códigos que rigen la conducta de las personas y confunde las señales de algunas miradas, también equivoca el sentido de las palabras, porque no percibe la sutil variación del tono y el énfasis de un acento, que convierten una rotunda negativa, en afirmación velada. Desde lejos, su hermana llama, a los gritos reclama la atención que merece por ser hermana menor, ella también viene a la casa de sus padres para las vacaciones en familia, acaba de llegar y para sorpresa de Armando, está acompañada. Armando se les acercó a galope y obligó al animal a detenerse con un golpe de freno en sus narices, miró a su hermana y contempló por un momento a la amiga, algo en la mirada de esos ojos negros, con chis

El paso de la hora oscura

  A mi hermano Ramón Morales Parece que me levanté con el pie izquierdo y el orden elemental de las cosas se trastornó, las dificultades comienzan desde el principio de la mañana, una tras otra y sin tregua las complicaciones se encadenan, no pasan desapercibidas y enturbian este día, a media tarde se suelta una sospechosa jauría de confusiones y abren la puerta a infinidad de pequeños y maliciosos embrollos, caigo en las trampas de la mala hora, no me permito  un solo momento de ira y logró un triunfo.  El ojo torcido de una luna menguante me vigila, el paso de una luna mala, impone su rigor y me toca entregarme sin resistencia a sus imprevisibles designios, me escudo en la resignación de la derrota. Total, reconozco que el poder de una hora oscura es efímero, transitorio, pasajero. Ante lo inevitable de esa fuerza que niega la luz, me sostiene el aliento de la sabiduría popular, la delgada llama de una vela, la memoria de los pueblos, que acuña estrategias de su experiencia y la pres

La mujer de Jacinto Lima

  Jacinto Lima es un compañero de trabajo y también es mi amigo, él manifiesta con convicción y una seguridad, que certifica con evidencias, que su esposa no es de este mundo, Jacinto está convencido que su esposa tiene cualidades extraordinarias, fuera de lo común y por esa razón afirma categóricamente, sin ninguna duda al respecto, que su mujer es extraterrestre.   En el tono de voz de Jacinto encuentro pesadumbre y entrega. El amor, el afecto, la costumbre, vaya usted a saber cuál de esos sentimientos tan humanos lo amarran a lo imposible y le impiden abandonar a su cónyuge. Él   acepta compartir sus días con una mujer que viene de una estrella, o de un planeta diferente al nuestro, que posee cualidades excepcionales y mantiene a mi amigo bajo el rigor de un escrutinio permanente. Jacinto Lima tiene treinta años de casado y yo en cambio, giro en la espiral incierta de relaciones ocasionales, con rupturas tempranas, que me impiden conocer a las mujeres con quienes comparto la cama, p