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Mostrando las entradas de noviembre, 2006

Grecia VI

Dime; si acaso lo sabes. Contesta: Por qué me envuelve este torbellino áspero y me empuja y arrastra contra serios cuchillos negros y sin punta. Por que el cielo se cierra de sombras y a mis gritos responde con fogonazos y ecos de abismo. Por que el mar se violenta y Las olas roncas revientan latigazos. Por que todos mis caminos se cruzan y no encuentro rumbo en encrucijadas de polvo. Dime; si acaso lo sabes. Responde: Por que al pronunciar tu nombre, tu mágico nombre, como un conjuro el torbellino se hace brisa, dulce caricia. El cielo se ilumina si me miro en tus ojos. Un mar tranquilo llega a besar mis pies y tus labios marcan el camino.

Grecia V

Una palabra. Apenas cuatro letras encierran el inicio y el fin de esta búsqueda incesante. El exacto sentido de los pasos en este inevitable transitar sombras. Grabada en la piel en los sentidos, en la memoria en cada pensamiento. Una palabra dulce como níspero grande como cielo, una palabra sencilla como menta unida a tu nombre y a la distancia y a siempre, para siempre. Al pronunciar la palabra amor y no encontrarme al encontrarte, da esta sensación de vértigo al pensarte.

Grecia IV

Corro hasta el cansancio, hasta agotarme. Siento brasas en los pies, sudo hasta el llanto y no descanso. Mis manos sin tus manos se abisman cada noche y frenéticas te buscan.

Grecia III

Sí este corazón mío decide un día en un acto de suprema cobardía -cansado de esperar- despeñarse entre las sombras de la ausencia y me ahoga el aliento espeso de la soledad hasta la asfixia y se desordena la sangre entre mis venas; quiero que sepas que un leve suspiro tuyo ordenará de nuevo el desorden de la sangre suspenderá por encanto la asfixia y el ahogo y volverá el valor al corazón.

Grecia II

La distancia, la árida distancia equivoca los días trastorna las horas. Huele a sombra húmeda a huella fresca y a lagrima de despedida. Hemos dado vuelta en la cama sin sosiego, perdidos entre las sabanas sin poder encontrarnos. Despiertas en tu lunes y yo en mi domingo, yo estoy en tu lunes como tú en mi domingo. En los números exactos somos dos pensando en uno buscando al otro.