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Mostrando las entradas de agosto, 2021

Entre la audacia y la desperación

  El arrojo, la audacia y un alto grado de inconsciencia se confabularon la noche del fin de año y la convirtieron en un momento único. El irresponsable arrebato de un segundo, coincidió con el impulso de un instante y me empujaron a un torbellino de acontecimientos que no volverán a repetirse, y son totalmente contrarios a los aburridos y rutinarios días de este año que hoy se termina.   No imaginé nunca ser protagonista de sucesos de tal magnitud, pero al vivir la intensidad de estas circunstancias, puedo asegurar con terrible certeza, que este año se presenta completamente incierto. La muerte muerde el borde y las amenazas asoman sus dientes y yo jamás la había visto tan cerca.   Para traspasar con buen pie la frontera de este año y comenzar otro con el entusiasmo de la novedad, decidí esperar las doce campanadas que anuncian la llegada del año nuevo en un exclusivo Hotel. En mi criterio, la mejor manera de iniciar la aventura de un nuevo año es en medio de la pista de baile, sujeta

Tropiezo

  Una manera de recordar a Cortázar: nació un 26 de agosto de 1914 Alejandro Martínez permanece inmovil frente al libro abierto. Es un volumen pequeño que cabe entre sus manos. Una edición barata de letra menuda, impresa en papel ordinario y concebida en eso que llaman formato de bolsillo. La portada del libro la llena completamente la imagen de un hombre en sus treinta y cinco años, bien portado, que sostiene un cigarrillo sin encender entre sus labios y mira fijamente al lente que lo captura. Con su mirada de ojos claros, francos y transparentes, nos transmite la inesperada pregunta que en ese momento se le ocurre: acaso están dispuestos a correr el riesgo de establecer una comunicación con alguien que está ausente. El sencillo título que acompaña la imagen nos permite saber en una sola ojeada, con que nos vamos a encontrar entre las páginas del libro: -Cortázar Cuentos Cortos-  Como toda edición, ya sea económica o de lujo, es arbitraria. Los textos se agrupan aleatoriamente según e

07042020

Desde mi ventana. Al alcance de la vista. Entre ásperas columnas de concreto,  distingo, en un estrecho rectángulo  de la calle Meridian: la esquina de una bandera irreverente. Los cristales de los edificios despiden destellos de fuego, el calor abruma y hasta el polvo duele. El momento es de riesgos y amenazas, el peligro niega posibles aventuras. Entre los vapores del alcohol y el humo de cigarrillos eternos los temerarios huyen de la hora sin enfrentarla. El sol agobia, el vapor martiriza,  todos se han escondido, las ambulancias no asoman y su clamor de  urgencia ha quedado suspendido. No hay puente, ni alero, ni sombra, que ampare la ausencia. La hora es desoladora.    

Carrera fallida

La aguja del velocímetro asciende peligrosamente y enciende las alarmas, pero Asdrubal Infante no pierde el tiempo en mirar el tablero, sus ojos están fijos sobre la carretera. Intenta ver más allá de los espejismos de la lluvia, más allá de esta noche, de este imprevisto, que no detiene su carrera, ni es capaz de obligarlo a bajar la marcha. El despiadado aguacero, tampoco logra contener el curso de los acontecimientos, que implacables, desbordan finalmente todos los controles que ellos han impuesto con sangre. Los últimos sucesos contravienen la lógica del miedo que instalaron con saña y con la impunidad de quienes manejan todos los poderes. Gruesos ramalazos de agua sublevados y en desorden, impulsados por los golpes frenéticos de un viento liberado de una cárcel de veinte años, arremeten furiosos contra el parabrisas, el auto, una camioneta negra todo terreno se estremece, la visibilidad es escasa, pero estos no son suficientes contratiempos para bajar la velocidad. Asdrubal Infant

La inaudita decisión de Gerardo Guzmán

  A mi amiga Tigana, quien me señaló: que la tendencia de los hombres en establecer rutinas, es únicamente para poder preservar la escasa seguridad que tienen. Sienten constantemente amenazada su  seguridad.   El día de su octavo cumpleaños la algarabía se adueñó del patio de la casa y redujo a los adultos a la sala. Ese día apareció un tío desconocido, que desapareció de forma tan imprevista como llegó. El tío vino sin avisar y tomado por sorpresa, al saber que era su cumpleaños, le regaló el reloj que llevaba en la muñeca. Con paciencia y terneza le enseñó a interpretar debidamente, en la esfera reluciente del reloj, el significado de las tres agujas de diferentes tamaños, que giran con aparente autonomía en la misma dirección, pero a velocidades distintas. Las agujas, en la sincronía del movimiento señalan la sucesión de los doce números formados ordenadamente en un círculo y marcan el tiempo. El tío le dijo: -En este universo circular gravitan el presente, el pasado y el futuro y c

Encuentro en la red

El día que Teresa Torres encuentra  a Ramiro, ella busca en la red el ángulo extraviado en la balanza de la justicia, la hendidura por donde desaparece la luz de la igualdad en desorden. Necesita encontrar el escurridizo punto en  donde coinciden las perversas sombras y tuercen las leyes imponiendo un sesgo arbitrario al equilibrio y ejercen el atropello como norma. Teresa descubre con dolor, que instalada la injusticia, el bien se extingue poco a poco, surge la crueldad de los abusos, crea un foco de destrucción que se expande con velocidad de vértigo, el asombro sustituye a la razón, se duda de la verdad, se abre el espacio para contar mentiras y una historia arbitraria al servicio de los atropellos se difunde como cierta. Ramiro busca en la red, los  detalles que sugieren entre símbolos rudimentarios, el destello de un pensamiento extraviado en una esquina desatendida del olvido, una abstracción, un cálculo perdido en las tinieblas. A Ramiro le pesa el cansancio de múltiples tentati

Todo lo que necesita es un corazón

  Revisado y corregido Cree que en esencia él es un viajero que perdió el rumbo. Cree que es un barco navegando sin norte, con las velas desplegadas, en medio de un mar sosegado, en calma. Cree que tiene algo de río y ninguna orilla. Cree que es viento y la prisa lo acompaña y la urgencia de recorrer los caminos sin destino no le permite detenerse y entonces, se rebela y protesta, convertido en ronco remolino y envuelve cuerpos ajenos y sacude la rama de los árboles.  Cree que es palabra, sonido articulado, vocablo finalmente liberado, pero sin destinatario, sin un oído atento que lo acoja y logre transformarse en sentimiento. Se agosta, se debilita hasta consumirse por completo y desaparece entre silencios. Le duele no dejar huella y cree que su paso es efímero. Pero se equivoca en estas y en otras suposiciones. Entró en una fisura del tiempo sin pretenderlo, quizás por accidente, o en estricto cumplimento de leyes desconocidas, no lo sabemos. Es agotador no poder detenerse en los rec

-La lluvia lo despierta-. Dice

  No tengo ninguna necesidad de ser preciso. Pretendo establecer puntos de referencia para poder trazar el croquis de dos paralelos que la casualidad enlaza esta madrugada. Yo desconozco las razones y por supuesto las posibles consecuencias.  Recurro a las imágenes difusas de la memoria para acercarme a la esencia de los acontecimientos más allá del insólito suceso, en estas circunstancias, puntualizar alguna exactitud ayuda a soltar los nudos involuntarios que los recuerdos atan. Detrás de la línea del teléfono, dice la fatigada voz de la derrota, que la lluvia lo despertó a las tres de la mañana. Sin rostro conocido la voz habla con la convicción de haberse comunicado con un familiar, un amigo, un cercano, que acostumbrado a estas impertinencias suyas, lo oye sin protestar detrás de un  prudente silencio. -Son gotas gordas-. Dice. -Gotas que se estrellan contra las ventanas sin pausa y sin descanso-. -Llueve desconsoladamente-. Dice. Y guarda el silencio de un suspiro. Retoma el diál

La escultura

  -Yo soy el Presidente de la República y claramente expresé un deseo, deben entender sin mayores explicaciones, que es una orden directa de cumplimiento obligatorio, a mí se me obedece en silencio y sin contrariar mi voluntad-. -Todos los actos de negligencia, de incumplimiento de mis deseos, de desacato de mis órdenes, se convierten en actos de indisciplina y quienes realicen tales actos de rebeldía serán duramente castigados-. -Debemos actuar con prontitud para eliminar la insubordinación-. -Tenemos que abolir de una vez y para siempre la desobediencia, venga de donde venga-. -No tolero discusiones al respecto, la indisciplina es el primer paso a la sublevación -.  -Mañana, en la Fiesta de las Naciones, estarán presentes los dignatarios de todos los países, en este acto participan amigos, aliados estratégicos, compañeros ocasionales de ruta y por supuesto enemigos y no podemos permitirnos ninguna equivocación-.   -Con claridad meridiana les exigí a todos ustedes, que quiero el saló

Recuerdo

    Un hilo de sol rodea  la cintura de la tierra  y se pierde  entre dos lunas oscuras,  que hacen girar un universo  distinto al mío.

Una señal, un gesto que salva vidas

  Rita se acerca a la ventana del balcón y mira a través de esa frágil transparencia, el intenso trajinar de los días que le son negados. Desde el quinto piso observa el constante ir y venir de personas con un propósito, con sueños por cumplir. Perpleja observa la alegría de la vida en rostros desconocidos, que ignoran, al levantar la vista y encontrarla absorta en sus pensamientos, detrás de los cristales, que ella sufre en un silencio atróz el sometimiento a un encierro desconsiderado.  Rita piensa una vez más en la posibilidad de ser libre, borrar sus crueles días y volver a ser igual a las personas que transitan bajo su ventana, pero el miedo la detiene. No es un miedo común el que siente. Sus días son pavorosos, siempre a la espera de la hora del suplicio, del martirio, del dolor. Rita vive en estado de pánico desde hace dos años, cuando el amor se transformó en esclavitud y su marido en un hombre despreciable. Hoy, que mira la vida pasar detrás de esta ventana, se culpa de su mio

La frontera imposible

  Por pura casualidad una tarde tropecé con ella y ya no me encuentro bajo la piel que me cubre. Ella caminaba por un sendero de acacias que habitualmente yo recorro y de inmediato un corrientazo en la columna vertebral me dejó inmovilizado. Cerré los ojos un instante y me asfixió el aroma de su piel al pasar junto a mí, sin siquiera poder articular una palabra me perdí detrás de sus piernas perfectas y su imagen se grabó en mis pupilas.   Un impulso más fuerte que mi miedo me obligó a seguirla y detrás de sus pasos, sobre sus huellas, la noche se me vino encima. Acompañé su sombra y me dejé envolver por la estela de su luz. El miedo me mantuvo detrás de ella y me impidió acercarme, pero puedo asegurar que estuve en esos lugares asombrosos y desconocidos que yo conocía por referencias, pero no me atrevía a visitarlos. Encerrado en los límites que el temor impone me conformaba con imaginarlos. Finalmente, ella llegó a su casa, vive en un anillo de departamentos alrededor de una fuente.