Una herencia de calamidades

 

Cruzó la calle a mitad de la avenida sin mirar una sola vez a los costados, estuvo a punto de ser atropellado, pero no se enteró del riesgo, del peligro de ser embestido por esos toros de ojos de fuego, una vez más se encuenta en ese estado lamentable, crítico, al que es conducido por las calles estrechas de los más variados y extravagantes recuerdos, sus propios recuerdos encapsulados, que como una columna de humo, esta vez se escapan por una rendija de la memoria y se disipan en la noche.

 

No lo sabe, pero hace mucho tiempo dejó de comportarse de acuerdo a la fecha que marca el calendario, se encuentra perdido entre manoseados recuerdos, en el vértigo del pasado, en el laberinto intrincado y contrapuesto que fabrica entre los listones el tiempo, la realidad y la ficción. Desconoce la salida y no logra acercarse a la solución de estas incógnitas aceradas que lo acuchillan, estos enigmas lanzados por enemigos desconocidos desde una esquina borrosa del pasado. 


En algún minuto tropiezan las coincidencias y una idea vaga cruza en la corriente de sus pensamientos y se instala como una posibilidad real: esos enemigos sin rostro lo castigan por algún acto equivocado, por alguna acción que desconoce, algún gesto que él ha encerrado en el olvido y ahora ese hecho se encuentra oculto en la inmensa laguna, en la nada, en el vacío que lo separa del momento que vive y los recuerdos, es necesario encontrar ese suceso para conocer el nombre de sus enemigos.


Tienen que ser muy graves los eventos en los que participó. Seguramente cometió errores, despropósitos, faltas, que hoy finalmente lo alcanzan y le exigen el pago inmediato con escandalosos intereses, pero le es imposible recordar esos errores, esas fallas. Realiza un esfuerzo supremo, ofuscado llega a límites exasperantes de machacar, de masticar un recuerdo que se le antoja puede llevarlo a través de la nada que lo envuelve, pero lo castiga un silencio atroz, una oscuridad espantosa.

 

No puede explicar las razones de esta persecución, ni la saña que emplean ni el intransigente empecinamiento. Los recuerdos que enfrenta buscan eliminarlo y con tal fin lo arrinconaron en esa casa , pero esta vez salió a la calle a dar combate.

 

Ansiosamente busca señales que lo acerquen a la verdad, pero le es imposible, no sabe por dónde empezar, hay un espacio de la memoria que ha quedado vedado, borrado. Intenta entender, busca con insistencia una voz, una imagen, alguna pista, un vestigio de sus actos pasados, pero encuentra para su desesperación vagas impresiones, un remanente, una borrosa estela enrevesada que lo empuja sin misericordia a una confusión mayor.

 

Se ha detenido frente a los cristales relucientes de una tienda que en medio de la noche permanece iluminada. Desde un enorme espejo redondo, con marco de madera, lo mira un rostro deteriorado, una oscura sombra cruzada de arrugas. Este vejestorio sucio que lo mira desde el espejo de una tienda, con los cabellos marchitos y desordenados, los ojos escondidos detrás de unos lentes pasados de moda, no puede ser él, se niega a creer que el espejo repita su imagen, esta imagen no le pertenece. Él acaba de atravesar la calle apenas unos segundos antes con la agilidad de un felino, se metió entre los carros que se le venían encima y logró evadir esos enormes animales furiosos de ojos desorbitados envueltos en llamas brillantes, un torero sin traje de luces, sin capote, ni capa, sin siquiera un babero para evadir las embestidas frenéticas y terribles, aún así supo ganar finalmente la acera y con un salto formidable ha conseguido su mejor faena.

 

Decididamente se enfrenta a esta imagen que supone un peligroso enemigo, lanza imprecaciones, intenta golpearlo y en ese momento dos hombres vestidos de blanco lo sujetan, lo someten, lo empaquetan en una chaqueta y a la fuerza lo amarran a una camilla. En un sopor, antes de entrar al sueño inducido por la inyección que le acaban de aplicar oye antes de dormirse la alarmada sirena que lo conduce a un destino desconocido.

 

El Doctor Acevedo me informa sobre la crítica situación de mi padre. Dice el Doctor, que mi padre escapó de la clínica en medio de un grave episodio de confusión e inestabilidad mental. Esto es un suceso ocasional, asegura el Doctor, y argumenta su teoría: en un fragmento de tiempo no determinado se produce un déficit de atención y del recuerdo a corto plazo. Este mínimo déficit abre la posibilidad de una disminución de la actividad consciente. Esta vez los síntomas se presentaron con mayor fuerza y su padre perdió completamente la noción de la hora y el espacio que ocupa y huyó de la Clínica. Inmediatamente se activaron los protocolos de seguridad y se le encontró en la calle, en medio de un peligroso delirio.

 

 

En el transcurso de esta conversación dejé de mirar con la debida atención al Doctor y logré fijar la mirada más allá del ventanal de su despacho, amanecía con un espectáculo de fuegos enardecidos disparados contra el cielo que indefenso se incendiaba, las nubes estallaban de rojos y amarillos. Al volver la vista al interior de la habitación, el Doctor Acevedo precisaba un concepto que me llamó a la concentración por escasos segundos: estos cuadros severos de delirio que su padre sufre pueden ser hereditarios y se les conoce como "psicosis sintomática" para estos casos, confirma el Doctor,  no hay un tratamiento específico y lo único que podemos hacer es extremar la vigilancia para evitar que nuevamente su padre escape.

  

Intenté por un momento recordar cómo había llegado a este consultorio, quién era este hombre de bata blanca, que hacía yo aquí en medio de esta conversación, de esta explicación científica sobre un caso de psicosis sintomática y no pude recordarlo. Me coloqué la mejor cara de interés que conseguí entre la madeja de recuerdos estropeados, miré por unos momentos al Doctor y volví a interesarme en el inusual combate que se desarrolla en el cielo y exige mi total atención.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Veintisiete apuntes desordenados

Descabelladas suposiciones descubren un enigma

02262024 -96-