La sombra en la sangre 2025 CC


Corrí con ella a cuestas como un condenado, en esa carrera me sostuvo la desesperación. El pánico de perderla me ayudó a llegar a la emergencia y entregué a desconocidos un cuerpo que conozco de memoria, un cuerpo y un rostro de mujer, maravillosos, pero averiados por el dolor, su piel de un canela suave, pasó en pocos segundos a un inquietante color morado. 

Las personas lucen completamente diferente cuando sufren y ella, bajo el rigor del dolor, atravesada por punzantes agujas, con vómitos y delirando a gritos, luchando contra los demonios, estaba transfigurada.

Hace cinco meses nos encontramos en una esquina marcada por el destino. 

Dos naciones que se juntan, dos culturas que se encuentran. Sobre nuestras espaldas el peso de despedidas anteriores. Nos quisimos con desesperada urgencia, sin saber que el tiempo jugaba en contra y conspiraba despedidas definitivas con la sangre.

Me derrumbé, perdí fuerzas y hasta la intención de vivir, me perdí, y ya no pude encontrarme de nuevo. Las palabras pausadas del Doctor, con su bata blanca y sin rostro para el recuerdo, repiten insistentes en mi memoria el dictamen terminante: 

Su organismo y su espíritu, dijo el Doctor: no soportaron el ataque fulminante de la porfiria.  

 

The Shadow in the Blood 2025 CC


I ran with her on my back like a condemned man; in that race, desperation sustained me. The panic of losing her helped me reach the emergency room, and I handed over to strangers a body I know by heart, a woman's body and face, marvelous but damaged by pain. Her skin, of a soft cinnamon color, turned to a disturbing purple in just seconds.


People look completely different when they suffer, and she, under the rigor of pain, pierced by sharp needles, vomiting and deliriously screaming, fighting against demons, was transfigured.

Five months ago, we met at a corner marked by destiny. Two nations coming together, two cultures meeting. On our shoulders, the weight of previous goodbyes. We loved each other with desperate urgency, not knowing that time was working against us and conspiring final goodbyes with blood.

I collapsed, and lost strength and even the will to live. I got lost and could no longer find myself again. The measured words of the Doctor, in his white coat and with no face for memory, insistently repeat in my mind the final verdict:

Her body and her spirit, said the Doctor: could not withstand the devastating attack of porphyria.​​​​​​​​​​​​​​​​


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