Ilusión o ficción en la televisión


2015

A mi amigo Rubén Damiano:

Convencido que el silencio nos hace cómplices

y que el olvido es un enemigo.

 

Creo en el hombre nuevo. Ciegamente creo en el comandante eterno, en el combate a la pobreza, creo fervientemente en la lucha de los pueblos oprimidos en contra de ese poderoso enemigo ominoso y omnipresente que es el imperialismo yanqui, creo en la revolución socialista, en la lucha de los pobres contra los ricos, en el socialismo del siglo XXI. Este es mi credo.

Me gradué en la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela, los años de estudio los compartí entre  las aulas y la calle defendiendo al gobierno de los oligarcas, de los escuálidos, del poder económico, de los capitales globales que atentan desde todos los flancos nuestra revolución.

Trabajo en la televisión del Estado y cada día defiendo la soberanía alimentaria, enfrento el golpe de estado mediático al que ha sido sometido el pueblo por la prensa interesada, hoy tengo mi gran oportunidad, la he esperado con determinación, me la merezco, he trabajado duro para conseguirla y finalmente estaré en el aire.

El moderador del programa de las ocho de la noche me llamó a su oficina y me dijo: tienes una misión importante y confiamos plenamente en ti. En el programa harás el papel de escuálido, de contrarrevolucionario, de contrario a nuestro proyecto de futuro. Estas son las preguntas que debes hacer, tienes que aprenderlas y debes representar tu papel con seguridad, quienes vean el programa deben creer que eres contrario al pensamiento chavista. Vamos a salir en vivo, no puedes equivocarte.

-Sabe que puede contar conmigo, soy un revolucionario a toda prueba y no hay maneras de equivocarme-. Digo, con convicción. 

Estudié y me aprendí las preguntas, ensaye además una pose cínica que pensé era la mejor para representar a un escuálido. Me sentía tocado por la suerte, allí estaba ante millones de personas que nos veían, el entrevistado de esa noche era Roy Chaderton, quien fuera Canciller de Venezuela en el gobierno de nuestro comandante y ahora nos representa ante la O.E.A.

El programa se desarrolla según lo previsto y creo que mi actuación es perfecta, estoy atento a cada palabra que pronuncia Chaderton, en sus respuestas intenta demostrar su amplio conocimiento en todas las áreas, su suficiencia en diferentes temas y en cada una de sus respuestas a las preguntas que hago me siento descalificado, ridiculizado, pero es mi papel y ese es un detalle menor.

Al final del programa ante una pregunta del moderador comienza a divagar y luego entra en precisiones, pero sus palabras me desconciertan, sigo el hilo del discurso con mayor  atención, absolutamente concentrado y totalmente asombrado, creo haber oído mal, pienso que por un instante me descuidé y es por ese segundo de descuido que no entiendo, que no comprendo lo que dice, pero lamentablemente confirmo que estoy equivocado. 

Memorizo las bárbaras afirmaciones que acaba de hacer Chaderton:

“El sonido que produce un proyectil en la cabeza de un opositor, de un escuálido, suena hueco, pasa rápido, porque la bóveda craneana no tiene contenido. A diferencia del impacto que produce en la cabeza de un revolucionario, el proyectil tarda en pasar, en romper esa barrera enorme de conceptos y valores que contiene.”

Continúa en ese monólogo regodeándose en sus palabras. Mi corazón se  desboca, la boca se me seca y me hago sangre con las uñas en las palmas de las manos, creo que ha pasado una eternidad, pero son solo unos segundos que aprovecho para calmarme. Finalmente termina con una sonrisa en los labios y aguarda por la última pregunta que me corresponde hacer y con la autosuficiencia que caracteriza a los déspotas piensa en lucirse nuevamente, ha preparado cada respuesta con anterioridad, conoce el guión, esta es una rutina preparada de antemano.

Me toca hacer la pregunta que me han preparado y terminar de hacer mi papel, pero no puedo, no debo. La imagen de todos los profesores de la Escuela de Comunicación Social me acorralan, La Casa que Vence las Sombras me convoca, me conmina a defender los valores que aprendí en sus aulas abiertas a todo pensamiento, me siento obligado a formular otra pregunta.

Recuerdo las clases de dicción, reúno todo el valor posible y pregunto en el mismo tono cínico que he mantenido toda la entrevista, sin titubear, sin que se me quiebre la voz, conteniendo el asombro ante la impunidad y esta vez me tomo todo el tiempo necesario para no atropellar las palabras que deben quedar grabadas en los televidentes. 

Y lanzo la pregunta que me dicta la conciencia y no la que estaba escrita y preparada. 

-Un revolucionario como usted, que se ha caracterizado por la firmeza de sus convicciones, que tiene pruebas de cada denuncia que realiza en la O.E.A,  al hablar con tanta certeza, no me cabe ninguna duda que ha estado presente cuando las balas han impactado en la cabeza de algún escuálido, quizás usted mismo a accionado el arma. Tampoco nos deja ninguna duda respecto a los asesinatos de revolucionarios, ha debido estar presente cuando una bala ha roto la cabeza de un chavista, siguiendo las viejas prácticas estalinistas de matar a sus propios partidarios y acusar del crimen a quienes se le oponen.

¿Ha estado usted presente en tales actos?

Hoy me encuentro recluido en una prisión militar y enfrento cargos por difamación e injuria. Por traición a la patria.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Veintisiete apuntes desordenados

Descabelladas suposiciones descubren un enigma

02262024 -96-