Los regalos del abuelo

 


El abuelo, mi abuelo, es un incansable viajero, ya lo era antes de morir la abuela que lo acompañó y complació en esa necesidad de cruzar las fronteras. Ahora que está solo pasa más tiempo ausente que con nosotros. Sus destinos son impredecibles. Siempre hay un sitio incierto por conocer, un pueblo célebre por visitar, una oportunidad, un motivo para viajar. Esa decisión de visitar un lugar en cualquier parte del mundo depende de impulsos desconocidos, incluso para él. Algo en su cabeza despierta una curiosidad más fuerte que él mismo y entonces inicia una investigación y cuando finalmente parte a su destino hace rato que su pensamiento está allí.

 

Se puede ver claramente un brillo especial en sus ojos, el abuelo deja de mirar lo que tiene enfrente para mirar detrás de las paredes, comienza a vivir el viaje, le cambia el rostro, el carácter y se le agudiza la sordera.

 

No deja nada al azar, no hay improvisación en sus viajes, todo está planificado casi al detalle,  dice que a su edad y viajando solo no puede permitirse equivocaciones, ni siquiera enfermarse, es un viajero predecible que viaja con seguro, hasta ahora no lo ha necesitado, pero por ello no deja de comprarlo.

 

Pareciera que las calles conocidas, las que recorre a diario le comen los pies y necesita irse a ciudades y territorios desconocidos, nunca nos avisa cuándo ni a donde va, simplemente desaparece por un tiempo, pero invariablemente al regresar nos visita. No se permite ningún olvido y siempre nos trae un detalle, una curiosidad, una rareza, un recuerdo.

 

Esta vez al regresar del viaje me entregó una caja de ébano y en su interior un escarabajo verde, no era una obra de orfebrería, ni tampoco una artesanía, era un insecto verdadero que sometido a los efectos del poderoso veneno de un alacrán se mantenía paralizado, el mismo veneno actuaba como catalizador y no lo dejaba descomponerse, estaba intacto, con toda la brillantez de su verde intenso tornasolado.


-Vengo de Nepal, dijo el abuelo-. -Allí estos estos escarabajos son muy valiosos-. -Sabías que son ejemplo de constancia y de firmeza. Estos pequeños animales logran por encima de su tamaño y con esfuerzo inaudito obtener lo que se proponen y son capaces de arrastrar una bola enorme por terrenos accidentados y llevarla hasta su guarida-. -Se cuenta, que quien los posea tiene su misma fuerza y tesón-. -Por eso te lo traje-.

 

Con una mirada recorrió mi habitación y con alegría notó que cada uno de sus regalos tenía un lugar preciso y seguían cierta lógica que a primera vista era incomprensible. Junto a cada uno de ellos había una nota escrita.


Sobre la mesa de noche descubrió la flauta que me había traído hacía mucho tiempo. -Recuerdo la historia que me contaste cuando me la entregaste, dije-. -Un relato tan maravilloso que por mucho tiempo pensé que era ficticio y no podía creerlo-.

 

-Me contaste: que una noche estabas en el Autana, una formación geológica, un tepuy del Amazonas-. -En esas soledades únicamente se oía el viento y el canto de las ranas-. -El guía, un viejo de claras raíces indígenas sacó una flauta y tocó una melodía que las ranas acompañaban con un coro de tonos y ritmos acompasados a la flauta y les regaló un concierto único e irrepetible-.

 

-En estas colmenas en donde vivimos eso es imposible-. -Pero debo confesarte que  una noche toqué la flauta y me respondió una guitarra, no le presté mayor atención, pero en ese momento recordé tu historia y cambié el tono, para mi sorpresa, la guitarra también cambió el tono y siguió la melodía que yo tocaba, desde esa noche tocamos a dúo, reconozco cuando ella está triste o contenta por la música que interpreta-.

 

-Es una niña quien toca la guitarra-. -Mira, abuelo, vive en aquel departamento.- -No tengo el valor para hablar con ella, pero ahora con este escarabajo de Nepal, estoy seguro que la conoceré pronto-.


Gracias abuelo.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Veintisiete apuntes desordenados

Descabelladas suposiciones descubren un enigma

02262024 -96-