Una historia de familia
Para mis hermanos,
y los nietos, bisnietos
y tataranietos
de Antonio María Maita
Aparezco a media mañana a las puertas de la casa de mi madre, me presento sin cumplir ninguna etiqueta y es un alivio encontrarla y ser siempre bien recibido. No tengo la delicadeza de llamar y anunciarme, pero soy uno de sus hijos y me creo con el derecho de saltarme las formalidades.
Mi madre se alegra de verme, cumplo la tradición de pedir su bendición, un ritual que alimentamos y nos imponemos mantener intacto en cada generación. Me obliga a quedarme para el almuerzo y sin perder tiempo se mete a la cocina y conversamos mientras ella se organiza.
-¿Quién
es este hombre?-
-¡Muchacho!-
Exclama.
-¡Siempre
curucuteando!-
-¿Dónde
la encontraste?-
-Entre
las páginas de un libro-, respondo.
Ella
continúa con los afanes del almuerzo y contesta:
-Ese es
tu abuelo-. -Era un personaje-.
-Tu
abuelo llegó a Mundo Nuevo acompañado de un hombre con una cámara fotográfica
colgada del pecho, él lo presentaba como primo, pero más parecía su sombra-. -A
tu abuelo lo arropaba el encanto del misterio-
-Cuando
le preguntaban de donde era, respondía-
-Yo soy
ciudadano del mundo-.
-Algunos afirmaban que era un aventurero, que la misma noche que emboscaron y asesinaron al padre, ellos incendiaron la casa para no dejar rastros y escaparon con todo el dinero del contrabando, que parte de esa fortuna la utilizó en comprar unas tierras y sembrar caña de azúcar y construir un trapiche para hacer papelón, que el resto del dinero lo enterró en un lugar secreto en el cerro de la Maravilla-.
-Dicen
que el primo tomó esa fotografía momentos antes que se robara a tu abuela, que
los cinco hermanos de ella lo persiguieron y juraron matarlo y cuando le dieron
alcance, estaba frente al Jefe Civil de Úrica, que recién finalizaba el
parlamento que los declaraba marido y mujer-.
Comentarios