Canto del dulce amor en Primavera

En el día del padre publico este poema de José Jesús Morales Espíndola escrito cuando nació su primogénita, mi hermana.

Canto del dulce amor en Primavera

 

A Nuncia Carolina Morales Espíndola

 

Dulce amor que me llega iluminado

en tu clara sonrisa. Primavera.

Dulce amor musical, pájaro alado

recogido en tu verde cabellera.

 

Nube y palma en detalle del paisaje.

Gaviota y golondrina volandera.

Mi corazón se adorna para el viaje

con este dulce amor que ahora me llega.

 

Oigo que todo canta complacido,

que ríe el nocturno bosque de luceros:

el árbol del cerezo florecido

me invita a conversar bajo su cielo.

 

Tengo algo de infantil y algo de viejo

con esta alegría nueva que me llena.

Ya mis pasos se afirman en el tiempo

que antes fue de la angustia y de la queja.

 

La noche es grande y alta.

Todo alto. Yo pequeño…

Yo, como un peregrino que camina

Por la luz de un cocuyo hacia su sueño…

 

Peregrino en la vía fortalecido

por este pan de amor tibio y dorado

pan en manos de nácar ofrecido,

al calor de los besos endulzado.

 

Voy sobre mar y aire por el móvil

reino de la paloma y de la brisa

soy más fuerte que ayer

vuelo y confío en esta clara llama que me aviva.

 

Luminoso país la Primavera,

con su bosque, su pájaro y su hormiga

con su ronda de alegres mariposas

cortejando el calor de las espigas.

 

Luminoso país ballet de flores.

Baile del blanco lirio y la amapola.

La margarita de cabellos rubios

trajeada de Marina Semionova.

 

Los galanes claveles, las doncellas

azucenas, de ritmo comedido.

Azahar y jazmín, rosa y diamela

todas pueblan el campo de suspiros.

 

Todas tienen la risa perfumada,    

viven el puro amor, que crece en besos

de la clara estación iluminado

por la estrella solar y los helechos.

 

No hay un punto de sombras, ni en el hueco

que abrió en el árbol viejo el carpintero.

Una rútila lluvia moja el mundo

Como regada savia de luceros.

 

Alguien que nació ciego y vio la luz

después de andar perdido en las tinieblas…

Alguien recluido en negro calabozo

y un día libertado.

 

Alta torre de iglesia, derruida,

hecha después mansión de golondrinas…

estos y otros saben del contento

que arde en mi corazón en llama viva.

 

Estos y otros saben del milagro

de la resurrección cuando se muere

en un vivir inútil, quebrantado

por la vulgaridad que nos envuelve.

 

Amor ¡Oh dulce amor! Arpa celeste

que llueve en mis oídos su armonía.

Luciérnaga que cava entre la niebla

el camino de vuelta hacia los días.

 

Amor ¡Oh dulce amor! Lana eucarística

bendecida por mano de mujer.

Lana que cubre el alma de la nieve

de vivir y soñar y padecer…

Como te guardaré para que nadie

te toque con sus ojos, ni su lengua

afilada en las piedras de la sombras

del ocaso, en acechanza de las puertas.

 

He de limpiar mi corazón de toda

mezquindad, y afecto pasajero.

Para que en el amor, tú te recojas

Y calientes mi sangre con tu fuego.

 

He de limpiar mi corazón de toda

liviandad y bastardos apetitos,

para que en el amor, tú te recojas

como un limpio caracol marino…

 

Dame la mano y caminemos juntos

por nube, mar, montañas y palmeras

Dame la mano, dulce amor y entremos

al país de la eterna primavera… 

 

 

  

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