Escape desde las fronteras imposibles del sueño



El guardián opuso resistencia sin utilizar armas, carecía de ellas, no le estaba permitido su uso para proteger los sueños, pero le sobraba tiempo, paciencia y mucho ingenio.

Era la primera misión que se le otorgaba y estaba completamente seguro del éxito, obtuvo el permiso luego de extravagantes peripecias y victorias consecutivas. En las pruebas se había dejado la piel y se decía que las pruebas eran más difíciles de superar que lo que tenía que enfrentar en realidad, por esa razón consideraba relativamente fácil el compromiso. Conocía el protocolo de memoria y se mantenía firme a la hora de hacerlo cumplir, está convencido que su disciplina es también su mayor fortaleza.

El cumplimiento de las tareas encomendadas requieren compromiso, su deber consiste en seguir un orden establecido de vigilancia, de esa manera evita las equivocaciones y sobre todo los errores, que vienen acompañados de graves consecuencias.

Su misión es cumplir una norma precisa y sencilla: evitar a toda costa las pesadillas. Él es un guardián de los sueños, siempre quiso serlo y esta primera misión es su mayor logro. Siente que está destinado a grandes triunfos, a convertirse en leyenda. 

Debe prestar suma atención a los indicadores del sueño, al menor indicio que el durmiente presente al atravesar la antesala de ese estado especial de soñador. Es necesario vigilar el comportamiento de las imágenes, la cadena de sucesos soñados, los cambios, incluso, tener la capacidad de prever posibles y sucesivos acontecimientos para impedir esos saltos inesperados que abren las puertas a las incómodas, odiosas y terribles pesadillas, que es su deber evitar.

A esos caprichosos espejismos, a esos delirios de catástrofes inminentes  que conducen inevitablemente a los equivocados caminos del pánico y cuya única meta es mostrar la tragedia, el drama del dolor. Antes de llegar a ese punto el deber del vigilante es  intervenir, impedir su desarrollo, evitar la angustia y regresar al durmiente a  los apacibles sueños que permiten la placidez del descanso, las personas para enfrentar sus días con ánimo necesitan un profundo descanso y por eso son necesarios los vigilantes del sueño.

El custodio necesita prestar tanta atención al corredor del sueño, a sus síntomas, como al cambio que el durmiente sufre al trasponer las puertas de regreso a la vigilia. El vigilante de los sueños al percibir el menor indicio del  despertar, al asomarse la posibilidad del regreso debe soplar con fuerza medida su aliento para borrar la intensidad de lo soñado y dejar tras un velo tamizado, en la nebulosa, en un limbo, ese mundo  y  mantenerlo en la frontera del olvido, pero que permanezca la sensación de maravillosas experiencias.

El vigilante recuerda vagamente los entrenamientos y aquel viejo tragador de sueños que intentó asustarlo con una extraña historia inverosímil, según el anciano, existen seres excepcionales, personas que logran soñar despiertos y pueden hacer sucumbir a los vigilantes del sueño ante la desmesura de las imágenes creadas en la vigilia.

Ansioso y expectante mantuvo el hilo del sueño del durmiente que le tocó en esta su primera misión, imágenes sencillas, retazos de innumerables posibilidades elaboradas sobre una misma línea de bagatelas. Un golpe de viento inesperado, un movimiento entre sábanas y el momentáneo y sabido regreso a la vigilia del durmiente, él sigue el protocolo y sopla con algo de prisa, quizás con mucha fuerza y el olvido se traga por completo el sueño.

El guardián aprovechó la vigilia del hombre, para iniciar un recorrido por los intersticios que dejaron otros sueños recurrentes, quería conocer las costumbres del amo que le había tocado, estar preparado, prevenido.

De improviso el descalabro, sin ningún aviso se inició la reactivación de imágenes y por un momento pensó que el hombre había regresado al sueño y él había cometido un error imperdonable, estuvo a punto de sufrir un colapso atropellado por una sucesión inaudita de acontecimientos convocados por el hombre, en un estado aterrador de exaltación.

Se aferró como pudo a la pata de una mesa, resistió el embate de esas imágenes luminosas, extravagantes, que para su sorpresa no eran producto del sueño, ya más tranquilo entendió que eran creadas en plena vigilia, convocadas a gritos y desechadas a manotazos por el hombre a quien apenas había comenzada o a servir.

El hombre dejó de caminar en círculos, de repetir frases entre dientes, se acercó a una mesa y escribió. Durante horas describe con palabras certeras las ideas que imagina y logra que brillen sobre la página en blanco.

Para su sorpresa le había tocado en suerte, en su primera misión, ese personaje que tanto temía el viejo tragador de sueños y con acierto recordó las palabras del maestro: estos soñadores especiales se llaman escritores, para sobrevivir deberás crear imágenes aún más potentes y maravillosas dentro de sus sueños, ellos recrean sobre el papel de manera única los destellos que logren recordar de tus visiones y serás entonces imprescindible, más que  un vigilante de sueños te convertirás en compañero de aventuras. 

 

 

 


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