Terapia

 

Al entrar al departamento descubro que mis hermanos y mi madre me esperan. Sin ninguna advertencia para este encuentro la  visita me resulta inesperada y sorpresiva. Al verlos, es inevitable preguntar de inmediato.


¿Quién murió?


-Nadie-. -Pero tenemos que hablar-. Dijo mi hermana mayor.


¡Esto es una encerrona! Exclamé, en tono de broma, fingiendo enfado, para ocultar la sorpresa.


-No-. Dijo mi hermana menor. -Es una intervención-.


En tono de burla y con actitud desafiante les respondí. 


-Esto es una injerencia inaceptable en mis propios asuntos, una intromisión que atenta contra mi libertad, mi autonomía y soberanía y no puedo  permitirlo-.


Esta vez contestó mi hermano con la ironía y firmeza que lo caracterizan, a pesar de ser el menor de todos nosotros. 


-No eres libre, ni autónomo y mucho menos soberano-. -Con 38 años vives todavía con mamá y no tienes un trabajo estable-. -No eres libre-. -Estás sujeto a las condiciones impuestas en esta casa-. -Tampoco eres soberano, porque económicamente no puedes sostenerte-. 


Apoyada en su bastón, con la actitud de matriarca que le confieren los años y la seguridad de ser la dueña de su vida y de sus actos,  con la dulzura de siempre,  mamá dijo.


-Hijo, ven a sentarte con nosotros-.


-Tu hermano tiene razón, estás en una situación que no entendemos y queremos ayudarte-. -No me incomoda que vivas conmigo, pero eres un hombre y necesitas  libertad, hacer tu vida, tener una familia, no puedes desperdiciar la oportunidad de vivir-.


Sin otra elección. Derrotado. Me senté a oír su cantinela.

 

Los conozco, han conspirado contra mí y tomado una decisión, no me dejarán tranquilo hasta que haga lo que ellos quieren, me senté entre mis hermanas sin demostrar que me había entregado, que ya estaba vencido y los deje hablar. La tormenta de sus palabras rebotó sin afectarme, expusieron  con claridad y suficiencia argumentos sobre mi equivocada conducta, no les presté mucha atención, pero no cometí la torpeza de demostrarlo.

 

Finalmente concluyen que estoy deprimido, que las causas pueden ser múltiples y generalmente están profundamente escondidas, arraigadas en lo más profundo del inconsciente y necesito ayuda profesional.

 

En este punto, con la intención de dar por concluida la intervención  pregunté con una sonrisa.


¿Cuál es el postre?

 

Mi hermana mayor me abrazó y dijo.


-Sabía que estarías de acuerdo-.

 

-Tienes una cita mañana con el Maestro Raimundo Chawich. Además de psicólogo clínico, se especializó en hipnosis y realiza regresiones de vidas pasadas, él afirma, que el proceso de regresión ayuda a encontrar la raíz de los problemas y se puede llegar a resolver los conflictos al conocer su verdadero origen-.

 

En el consultorio me espera la Asistente del Doctor. Me explica con lujo de detalles el procedimiento de hipnosis, la terapia de regresión y finaliza con una pregunta.

 

¿Está usted de acuerdo en someterse a esta experiencia?


-A eso precisamente vine-. Contesté, con una sonrisa de resignación-.

 

De la mano del Doctor Chawich me vi trasladado a innumerables épocas y situaciones. En cada ciclo que reviví apareció invariablemente la misma mujer a mi lado. El Doctor me exigía volver atrás, más atrás, borrar la nebulosa y encontrar rastros de esa mujer que en todas las oportunidades me acompaña y me hace feliz.


La última escena que viví intensamente, en ese proceso de regresiones repetidas a las que me sometió el Doctor Chawich, bajo estado de hipnosis inducida. Yo era un sátiro de la corte de Dionisio, había tomado por sorpresa una Ninfa, había logrado hechizarla con la melodía de mi flauta y la mantenía junto a mí. Circe apareció en la corte y ante Dionisio intentó arrebatarme a la Ninfa, pero el Dios lo impidió con un gesto.

 

Circe impuso una condición para dejarla a mi lado y dijo.


-Ella es Naj. -Mi favorita-. -La más dulce de mis Oréades-. -Te quedarás con ella, pero para siempre, para toda la eternidad, para más allá del más nunca. -No tendrás ojos más que para ella y le serás siempre fiel-. -En cada una de tus vidas estás condenado a buscarla y hasta encontrarla no tendrás paz ni sosiego. Vivirás en un limbo sin horizontes hasta dar con ella-. -Ella será la única que podrá guiarte al éxito-. -Sin ella estarás perdido-.

 

Dionisio brindó y aceptó los términos de ese compromiso.


Yo descubrí de inmediato a Naj, reconocí a la Ninfa que Circe me impuso para ser mi compañera por toda la eternidad, pero no lo comenté con el Doctor.

 

Antes de salir le dije a la Asistente.


-Estás en mi regresión, estoy encadenado a tí para siempre-. -Necesito hablarte-. -Vamos a almorzar juntos-. -Te espero-. 

 

 

 


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