Un torbellino de voces enturbia las aguas
Desde
hace veinte años el caos y la furia se han desatado, se ha impuesto como norma
la injusticia, estamos indefensos a merced de los tiempos y la brutal violencia
de los elementos. La oscura incertidumbre nos envuelve y conspira contra la
esperanza que nuestro valiente Capitán ha izado en el palo mayor, sobre la
borda.
En este
momento, por encima de vagas especulaciones, se requiere encerrar en el olvido
nuestras miserias, y se hace absolutamente necesario mantener plena confianza
en nuestro Capitán, en ese Capitán, que siembra la esperanza desde proa,
conjura crueles vendavales y obliga a mantener encendidos los faros en todos
los Continentes.
Pero,
empujados quizás por el miedo y también por otros agrios sentimientos, a
nuestro Capitán, el único que está dispuesto a sacarnos con bien del temporal,
lo hacemos responsable de la tormenta que nos azota y levantamos contra él
confusas intrigas desde la galera.
Corremos
el riesgo de perder el rumbo en los azares de mezquinas astucias, de romper la
brújula, de convertirnos en nuestros propios enemigos, y de hundir la frágil
embarcación, que tenemos veinte años construyendo.
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