En ruinas la ciudad

Llego con paso arrebatado
más allá del mediodía,
me anuncia el ronco sonido del viento
enloquecido,
intenta esconderse entre los árboles,
huye de los gritos,
de la lagrima, del llanto,
del desierto regado con sangre
en la cosecha de petróleo.

Vengo de una ciudad dormida con historias.
Amenazada,
que despertó a la muerte
sin sobresalto,
entre truenos y fuego de morteros.
Vengo con la mirada abrasada
de desconsuelos.

Los hombres rotos,
las mujeres y los niños también rotos
el mundo entero roto en mil pedazos.

Déjame apagar mis ojos incendiados,
alucinados de desconcierto
sobre tu piel iluminada
donde nace el arcoiris.

Déjame fijar estas pupilas
que solo conocen espejismos
sobre tu piel,
descansar al fin en tus sombras,
cultivar tu rosa sin espinas.

Déjame contemplar tu piel
una y mil veces,
tu piel sembrada de estrellas
en donde el sol se eclipsa
y el mar se hace espuma.

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