Entregaron sus nombres
Entregaron sus nombres sin despedirse.
Me abruman esos silencios eternos, atroces,
pero no me paralizan, no me silencian.
Ahogado pido auxilio a las palabras
y una se levanta cual tormenta enfurecida,
amenaza arrasar los odios y me mantiene
con la mirada fija en el futuro.
¡Resistencia!
¡Resistencia!
¡Resistencia permanente!
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