Cómplices del silencio

 

 

La hora del silencio abruma,

encubre alianzas majaderas

de ideologías desvaídas.

 

El rotundo silencio 

se hace pozo

y allí se ahoga

nuestro grito de auxilio.


Ronda la muerte

apoyada por el bárbaro silencio.

 

El silencio de plata 

se aloja en el filo

de aceros indolentes.


El silencio es entonces

hoja de cuchillos relucientes

que empuñan verdugos

de cálculos desiguales.

 

El silencio aturde,

golpea los asombros.


En el chocante silencio 

se ocultan crueles acciones,

allí, agazapados,

mirando de costado 

los encontramos de nuevo:

verdugos antes y  ahora, 

después y siempre.


El mismo pensamiento atroz

a través de los años

oscuro, uniforme, lineal.


Los cubre una única bandera

pintada con los tristes colores 

que acompañan la vergüenza.


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