Descabelladas suposiciones descubren un enigma

 

La realidad en Venezuela llega a ser más inverosímil

que la ficción creada por mi pobre imaginación.

 

Las aspas del helicóptero mantienen un alternado y acompasado movimiento único que producen un monótono y persistente: tacatacatacatacata. Tacatacatacatacata. Tacatacatacatacata. Tacataca… estoy acostumbrado al sonido, pero hoy representa la desgracia y a esa contingencia no me acostumbro. 

En la duermevela de la madrugada, insomne, en una barraca donde espero las órdenes de mi próxima misión escribo estas líneas con miedo, estas suposiciones que parecen descabelladas, son la constante de un país que está sojuzgado y vive bajo la amenaza de la guerra asimétrica. Tacatacatacatacata. Tacatacatacatacata. Tacatacatacatacata. Tacataca… El motor encendido del helicóptero anuncia la salida.

En ningún momento pretendo justificar mi deslealtad y tampoco busco justicia. La carga intangible de la culpa me censura, me acusa, murmura ofensas que definitivamente merezco y me anulan.

En el ejército, en el intrincado mundo de mandos y comandos, entre órdenes y contraordenes emanadas desde las jerarquías y los superiores, la lucha por el ascenso es a cuchillo, crecen las rencillas y se convierten en odios, que desbordados revientan los cauces anegando las orillas.

Soy tropa, mi nombre es Daniel Hernández y estoy destacado en la V División de Infantería de Selva, 59 Brigada de Artillería de Defensa Antiaérea. Batallón Negro Primero, de la Jurisdicción Militar de Puerto Ayacucho. Aquí encontré al soldado Antonio Fernández, quien acaba de cumplir 19 años. Tacatacatacatacata. Tacatacatacatacata. Tacatacatacatacata. Tacataca…

Busco un ascenso rápido, me convierto en patriota cooperante y acuso con mentiras a Fernández. A mi superior le comento que Fernández intentó convencerme para participar en una conspiración contra el Gobierno Revolucionario.

Fernández no tuvo ninguna oportunidad. El Comandante le negó el permiso de salida que previamente él mismo le  había otorgado para que saliera franco el 27 de diciembre y lo obligó a participar en una misión de rutina. Tatacataca. Tacatacatacatacata. Tacatacatacatacata. Tacataca…

El 30 de diciembre y en contra de su voluntad le ordenaron subir al helicóptero, tipo Mil17V5 siglas EV0796, que despegó de Puerto Ayacucho a las ocho de la mañana y desapareció a los veinticinco minutos de haber cruzado los cielos. Tacatacatacatacata. Tacatacatacatacata. Tacatacatacatacata. Tacataca…

El helicóptero de fabricación rusa, bimotor, artillado con cohetes y misiles guiados antitanque, con capacidad para trasladar cuatro toneladas de carga y 32 pasajeros, despegó sin carga y desapareció a los veinticinco minutos sin dejar rastro.

Con el helicóptero se esfumaron trece millones de dólares que es su costo en el mercado y también trece personas, entre ellas un niño y una mujer.

Contra el silencio de las Fuerzas Armadas el sonido de las aspas del aparato desaparecido ahora se repite más allá de nuestra frontera y únicamente yo puedo escucharlo. Tacatacatacatacata. Tacatacatacatacata. Tacatacatacatacata. Tacataca…

La reserva, el mutismo, la ocultación y la contra información son normas del secreto militar, es un escudo que esconde razones, acciones y hasta inconcebibles desapariciones. Las actividades de las Fuerzas Armadas se convierten en operaciones sospechosas que se colocan al margen de las leyes y atentan contra códigos de honor establecidos.

Esta conducta justifica el resguardo de intangibles valores de seguridad nacional y se mantiene encubierta en la espesa borrasca de información, omisión y silencio, organizadas en salas situacionales y ejecutadas bajo el rango de ensayos de guerra asimétrica. Siempre en defensa de los intereses supremos de la patria.

Mi mezquino acto me hace responsable de la desaparición de Antonio Fernández y me obliga desde hace setenta días a perseguir los rastros difusos de un encubrimiento.

Encuentro señales efímeras de esa ocultación en las garitas de vigilancia, vestigios de olvidos en la Base Militar, huellas borrosas de la desaparición del helicóptero en los bares y estelas suspendidas de Antonio Fernández en los suspiros de los prostíbulos de Puerto Ayacucho. Tacatacatacatacata. Tacatacatacatacata. Tacatacatacatacata. Tacataca…

En mis andanzas descubro a un desconocido que descaradamente utiliza la tarjeta de crédito de Fernández y cubre sus deudas, cancela sus cuentas. A los pocos días bebemos juntos, vamos de putas juntos, gané su confianza y en medio de una descomunal borrachera tropiezo con una verdad que sobrepasa los límites de la realidad.

La lengua de trapo anegada en alcohol habla de un plan de vuelo alterno, de coordenadas diferentes a la Esmeralda en el destino final del helicóptero desaparecido, de la entrega de un helicóptero a la guerrilla colombiana para sellar compromisos en defensa de la revolución. Tacatacatacata. Tacatacatacatacata. Tacatacatacatacata. Tacataca…

Los civiles que embarcaron el 27 de diciembre en el helicóptero desaparecido son en realidad miembros de las FARC, son invisibles en el acuerdo de paz firmado por el ingenuo Premio Nobel.

Este grupo rebelde, que no acepta la paz, acordó defender al Gobierno Bolivariano ante la inminente pérdida del poder. El niño es hijo del Comandante guerrillero Esteban y la mujer su esposa. Tacatacatacatacata. Tacatacataca. Tacatacatacatacata. Tacataca…

El helicóptero es un presente de buena voluntad para comprar la lealtad de ese grupo guerrillero, la tripulación y los efectivos militares viven hoy en Cuba y Antonio Fernández permanece secuestrado en las manos del Comandante Esteban. Tacatacatacatacata. Tacatacatacatacata. Tacatacatacatacata. Tacataca…

Por ahora, la misión del helicóptero Mil17V5 es transportar a miembros de la FARC y 4 toneladas de cocaína cada vez que despega.

En el letargo de la hora retumban pasos de botas militares, vienen por mí. Estoy perdido. Releo mis suposiciones, mis sospechas, y las envío a la hermana de Antonio Fernández. Ella merece saber la verdad. Borro las posibles huellas de esta comunicación de mi celular y espero. Con suerte, es posible que me encuentre con Fernández y juntos logremos escapar, esta es también otra suposición descabellada que alienta la esperanza.

 

 



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