Julia

 

Frecuento un café en la calle Santa Lucía, quiero creer, que en ese punto geográfico, en las coordenadas en que se localiza este pequeño local, existe  un sorprendente centro de energía que atrae a personas singulares. Para mí, siempre será el Café Insólito, aunque el local lleva otro nombre. En este extraordinario lugar encontré a Julia.

 

Lo primero que debo decir, es que la calle Santa Lucía ha logrado con éxito enfrentar el avance del progreso y no ha desaparecido engullida por la voracidad del hormigón, el concreto y el asfalto. Milagrosamente permanecen en pie los centenarios algarrobos y las acacias, estos árboles  en verano se llenan de chicharras y con sus  timbales, su estridente llamado para aparearse y reproducirse, nos recuerdan la urgencia de la vida, esa misma urgencia por vivir con inusitada intensidad que impulsa a Julia. 


Cuando entré al café ya Julia estaba adentro, de inmediato llamaron mi atención su juventud y algunos rasgos interesantes en  su rostro, rasgos peculiares que ella con torpeza intentaba resaltar, pero lo que realmente llamó mi atención fue su mirada, la intensidad de animal al acecho. Julia descubrió que la miraba y sin ningún temor se acercó a mi mesa, se sentó a mi lado e inició una sorprendente conversación que me permitió conocerla.


-Puedes pagar para tenerme, si tanto te intereso. Dijo Julia-.


-Ese es un acto por el que yo no estoy dispuesto a pagar, en esa unión nos abandonamos para compartir una entrega absoluta, es un momento único-. Dije. Y agregue. -Hay otras formas de ganarse la vida, el tuyo es un oficio peligroso-. 


-Estoy en el sótano de un edificio de treinta pisos-. Dijo Julia. -Todas las puertas están cerradas y debo subir a la azotea para poder volar, mi único patrimonio es este cuerpo, la juventud, que se acaba pronto y mi decisión de convertirme en otra-.


-Soy asesor de imagen-. Dije. -Un experto reconocido y puedo ayudarte hasta que puedas volar y convertirte en otra, pero por los momentos serás dama de compañía, esa es la llave que te permitirá abrir las puertas, pero el riesgo es que olvides tu objetivo-.


Diez años después de ese encuentro sigo viniendo a la calle Santa Lucía, los algarrobos y las acacias se mantienen en pie todavía, ya no existe el café en donde encontré a Julia, pero el lugar sigue siendo un centro de energía, hay un local nuevo en donde funciona una ONG que ayuda a salir a las mujeres de la prostitución, la Directora es Julia y el local se llama El café Insolito. 


 


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