Cada amanecer un tributo


Despierto en ese momento incierto en que está a punto de definirse el día, la frontera es de brumas y también de nieblas que se disipan morosas, la mañana arrima a la penumbra con temor, con delicado candor y el espeso velo pierde fuerzas. Las sombras de la noche se diluyen sin oponer resistencia y se entregan a la inevitable luz de la mañana. La noche se deja envolver con el soplo de una brisa suave y cálida que difumina con esperanzas la opaca oscuridad. En ese momento cierro los ojos y me entrego al silencio, es un silencio precario, que se balancea en el falso equilibrio de innumerables peligros. Hago un esfuerzo mayor para hundirme en el silencio, pero un tropel de pensamientos convertidos en sonoros cascos de caballos desbocados, atacan los flancos de mi frágil silencio apenas conseguido. 

Con suma dificultad aparto el escandaloso tumulto de las ideas y en el fugaz silencio impongo tu imagen desnuda. Me hundo en ese  silencio que aún no llega a ser absoluto y contemplo satisfecho esa imagen tuya. Tu desnudez, limpia de pensamientos ilumina el silencio. 

Tus cabellos negros cubren los hombros y caen en desorden por la espalda. Sigo extraviado el contorno todo de  la silueta, la inconfundible señal de los huesos que la piel cubre, la redonda rodilla, el empeine que descansa, los dedos de los pies, el dibujo que dejó el sol sobre tu piel de arena tostada. 

Se aviva esta sensación única de tu piel grabada en la yema de mis dedos, el peso de tu cuerpo en el cuenco de mis manos. Y tu aroma, tu olor convertido en ilusión, en deseo. Y en la boca el sabor de un beso imposible de olvidar. 

Abro los ojos y contemplo largamente tu rostro, el perfil de tu semblante. Me maravillan tus singulares facciones. Despiertas, me miras, sonríes y amanece un nuevo día para vivirlo contigo.

 


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Veintisiete apuntes desordenados

Descabelladas suposiciones descubren un enigma

02262024 -96-