Un día en la vida de un joven venezolano


-Tengo 16 años Doctor- respondió el muchacho desde la camilla. El cirujano no alcanza a doblar la edad de su joven paciente y quizás por ese detalle es más fácil la comunicación.
-¿Dónde están tus padres?-
-La verdad no lo sé-. Respondió con honestidad.
Miró al techo en busca de respuestas y continuó: -esta mañana antes de irse me dijeron que estarían en un sarao- -Es algo así como una rumba, pero para gente vieja-.
-Necesito hablar con ellos Tinoco, o con algún familiar-. Aseguró el Doctor.
-Al despedirnos dijeron que estarían en un pueblo entre las montañas del Turimiquire, en una zona rural, que seguramente no habrá cobertura, que no me preocupe sí no logró comunicarme, que regresarán mañana-.
Tinoco siguió dando detalles. –En Venezuela únicamente quedamos nosotros tres de toda la familia, el resto se marchó, tuvieron que irse-. -El gobierno los persigue-. -Mis padres decidieron quedarse y de alguna manera proteger los pocos bienes familiares que quedan y asegurar desde aquí el cobro de las pensiones-.
-¿Sabes porque estás en la Clínica?-
-Lo último que recuerdo es que caminaba a casa de mi novia y de pronto la calle se llenó de gritos, de consignas contra la Dictadura, contra la dominación cubana-. -Desde los edificios comenzaron a sonar las cacerolas, en las esquinas se improvisaron unas barricadas y yo me quedé encerrado entre los universitarios y la gente de la calle que espontáneamente se les unía y gritaba-. -¡Resistimos Venezuela!-.
-Había estado en otras muchas marchas, pero siempre con mis padres, sabía que era más seguro quedarme en medio de un grupo-.
-Con mi celular comencé a tomar fotografías justo en el momento en que aparecieron los motorizados disparando, apoyados por la Guardia Nacional, en un instante la calle se inundó con un humo desagradable espeso, el pequeño grupo al que me uní por pura coincidencia, por casualidad, se parapetó detrás de unas carros, yo y otros colocamos los celulares en video y comenzamos a rodar, sabemos que es la única posibilidad de informar, ya que todos los medios de comunicación están censurados-. El muchacho que estaba a mi lado se desplomó con un tiro en la cabeza, corrí temblando de miedo sin una dirección definida, sentí un golpe en la nuca y absorbí hasta la asfixia todo el humo de la bomba que me golpeó, caí al suelo-. Alguien me roció en el rostro agua con antiácido, una mano enguantada devolvió la lacrimógena y me arrastraron hasta la puerta de un edificio-. -Entre sombras escuche los gritos pidiendo ayuda, varias personas me sostuvieron y llevaron a un apartamento, no sé cómo llegue aquí-.
-Seguramente la bomba lacrimógena al golpearte produjo el coágulo que tienes en el cerebro, debo operar con urgencia para salvarte la vida, pero necesito el consentimiento de tus padres-.
Tinoco sacó el celular y comenzó a manipularlo con destreza y exclamó con entusiasmo -¡lo conseguí!-
-¿Puedo hablar con tus padres?-. Dijo el Doctor.
-No en este momento. -Lo que conseguí fue grabar el rostro del francotirador que asesinó a quien estaba a mi lado-. Tinoco continuó manipulando el dispositivo, enviaba el video a todos los contactos que tenía en el celular-.
-¡Deja eso!-. -Exclamó el Doctor, acaso no entiendes que necesito hablar con tus padres, que si no te opero te mueres-.

-Acabo de activar a un ejército imaginario, invisible, en este momento esperan mi próximo mensaje, ahora voy a wasapear para que localicen a mis padres y ellos me llamaran-. -Usted podrá pedir la autorización, me salvará la vida y cumplirá con su obligación y con Venezuela, como lo estamos haciendo todos nosotros-.

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