Entradas

Una Insólita invitación

  Se mira al espejo y se encuentra corriente, ramplón, burdo y hasta tosco. En esas condiciones no puede ni debe hacer promesas, por eso se inhibe y no se compromete a establecer una relación. Se castiga, sabe que se anticipa a una posible negación y es probable que se equivoque, pero no quiere correr riesgos, el miedo lo paraliza. En la penumbra retumban sus sospechas y se repiten con el eco exponencial de una particular acústica sus recelos, esas figuraciones suyas finalmente se traducen en una irracional desconfianza así mismo, desconfianza que lo ha empujado al silencio, a la soledad, a la tristeza, a la desolación, a un estado de aislamiento que inevitablemente lo lleva una y otra vez a querer quitarse la vida.      En esa permanente huida sus pasos sin rumbo lo trajeron a esta orilla impasible frente al imponente mar. En aquellos días primeros, con la mirada perdida en ninguna parte, sin inmutarse, firme ante la resonancia atronadora de las piedras, que re...

El agudo tono de la figura

  Es sábado, comienza la mañana y está por terminar la primera semana del mes de mayo, desde mi ventana se extiende la primavera y los vientos que ayudan a los gansos a cumplir con su migración anual  también juegan esta mañana con las ramas de los árboles, que se vistieron con los soberbios verdes de otras primaveras similares.  Uno de mis amigos me envía un texto con la condición expresa de que le  comente mi parecer, mi amigo permanece entre las rejas de la prudencia y necesita la llave de la seguridad para asomarse a la salida y escapar de su propio encierro. Yo leo por el placer de leerlo, por pasearme entre las palabras y las imágenes y es precisamente una imagen que mi amigo logró entre líneas, lo que me permite esta respuesta, este divertimento. Que palabras maravillosas conjugan esta imagen tuya con las que  podemos especular mil historias sobre una “figura aguda”. Podemos por ejemplo imaginar, que es tan aguda la figura que hasta parece una aguja, qu...

Una tarde caliente

  No termino de aceptar mi condición de invalido, encuentro intolerable mi  falta de autonomía, de movimiento, las miradas de lástima y compasión que asoman a los ojos de quienes observan mis limitaciones sobre una silla de ruedas. Pero sobre todo, me hiere profundamente la palabra -pobrecito- suspendida entre las pausas de mi aparatoso traslado y las  miradas de entendimiento de mi situación, ese comentario me anula mucho más que la falta de autonomía, que mi propia incapacidad.  A esta hora el sol espanta y las calles están vacías, agobiado por el calor, sin terminar de aceptar mi intolerable condición de minusvalido, con la dificultad propia que acompaña a quien está postrado sobre una silla de ruedas y haciendo malabarismos para seguir adelante con cierta dignidad, entro al primer lugar que abre las puertas automáticamente apenas me detengo enfrente y me evitan el disgusto de hacer el ridículo. ¡Me revienta pedir ayuda! Encuentro un lugar privilegiado que me perm...

Viaje a Túnez

  Con un tímido gesto de la mano y en silencio me despido, crucé la calle desolado y le abrí un rumbo a esta pena que me apena. Con desconsideración destruí el único lazo posible entre los dos. No tengo alternativas, el ímpetu arrebatado me domina, los encrespados impulsos me llevan invariablemente a dar un traspié con lamentables consecuencias.   Ambos llegamos por caminos diferentes a esta encrucijada entre el jazmín y el dátil, entre el Mediterraneo y el Sahara. Yo buscaba aventuras y ella paz, yo empeñado en el desenfreno y ella en la armonía, yo en vivir los días con premura y ella entre las pausas de un oasis. Yo quería atravesar corriendo y ella detenerse bajo el lúcido quicio de un monumento, adivinar los detalles de una creación milenaria, respirar con placidez aires antiguos.   En el zoco compré una hermosa pulsera de viejas monedas para adornar su muñeca. Son verdaderas monedas antiguas acuñadas en legítimo vellón. Dijo el vendedor, en un español atropellado ...

Visito a un especialista

  Nunca hasta hoy me han preocupado las ausencias, los vacíos, las faltas. No tengo, o no conozco familiares ascendentes, ni siquiera cercanos y tampoco poseo información sobre posibles descendientes. Aunque parezca increíble, yo soy una de esas personas desarraigadas que no pueden construir un árbol genealógico y si sirve de algo la imagen, soy una rama suspendida en el aire, sostenida a fuerza de voluntad sobre los caprichos del viento.   Hago un intento por explicar mi situación a la enfermera y devuelvo el papel sin haber logrado escribir una sola respuesta. Con ironía y una sonrisa, con un remedo de sarcasmo le digo: soy hijo de la dictadura, de la opacidad, de la mentira y del engaño, de la oscuridad y del cinismo. Soy la sombra de las estadísticas y realmente no tengo la información suficiente para rellenar este formulario con la verdad.   Desde sus ojos negros, sus veinte años, su boca pintada en espera de un beso que la libere de la bata blanca y los enfermos y l...

Exceso

  Con movimientos medidos intento avanzar sin riesgos y  cubro de peripecias el borde de un acantilado sobre el que me encuentro, la niebla es espesa y me impide ver el próximo paso que debo ejecutar sobre el frágil equilibrio de dudas que la piedra presenta indiferente. Las nubes pesadas y  oscuras convierten el horizonte en un margen borrascoso. Al fondo del precipicio el tropel permanente y salvaje del agua revienta indómita contra las rocas impasibles, que conservan su habitual actitud inmutable, intransigentes mantienen su desafiante reto contra los insistentes embates de las olas y convierten ese combate eterno en un eco profundo, un hondo lamento que aviva los recuerdos. Un rayo parte en dos la densa oscuridad que me rodea, ilumina el cielo cargado de nubes negras y su estallido retumba en los confines de las sombras. De la nada, al final del estruendo emerge una garra incandescente de siete dedos alargados y deformes, que se abalanza sobre mí y se aferra a mi abdo...

Yo te creo!!

Yo te creo. Y  sí me equivoco al creerte con los ojos cerrados... Y sí parece un juego y  es otra diversión siniestra entre las redes... Y sí después de tantas verdades una mentira crece entre silencios... Y sí esa mentira señala con desprecio a un inocente... Y sí esa mentira detestable acusa indebidamente... Y sí esa odiosa mentira juzga injustamente... Y si envuelto en esa pequeña mentira se esconde el odio y otras perversiones... Y sí yo, finalmente, en ese afán de brillar con un silbido de pájaro ausente repito imprudente la mentira... Y si por mi causa la muerte  la injusta muerte se presenta y toca a las puertas del inocente... Yo soy culpable de invocar la muerte y también de otras horribles menudencias.