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Mostrando las entradas de julio, 2020

Quién oirá nuestras lágrimas

¿Quién oirá nuestras lágrimas? que dejaron de ser cristalinas y son ensordecedoramente turbias. ¿Quién prestará sus oídos? a los áridos surcos del dolor, al insostenible crepitar de nuestras heridas abiertas ¿Quién será capaz? en el peor de los instantes de atender el tormento del viento enjaulado. ¿Quién oirá el lamento? del hilo acerado, del alambre que nos cerca. ¿Quién? las horas terribles que vivimos.

Cómplices del silencio

La hora del silencio abruma encubre alianzas majaderas que rasguñan ideologías desvaídas. El rotundo silencio se hace pozo y allí se ahoga, se asfixia y mutila nuestro grito de auxilio. El silencio de plata y cilicio se aloja en el filo de aceros indolentes, en la hoja de cuchillos que empuñan modernos verdugos de oportunos cálculos desiguales. El escandaloso silencio aturde, golpea los asombros consistentes y oculta rencores de eternos resentidos.

El misterio del mensaje ilegible

Abro la puerta de mi casa, sobre el suelo, indolente, un visitante silencioso e inesperado me aguarda, es un sobre blanco que no muestra ninguna señal que identifique al remitente ni tampoco su contenido, desconfío de su aparente inocencia, pero la curiosidad me empuja a tomarlo. Con gesto aburrido intento no romper su contenido y rasgo uno de sus lados, sin daño logro sacar la carta. Trato de leer la única línea escrita en el papel y no lo consigo.  Sobre el delgado margen imaginario las letras mantienen un escaso equilibrio. Mal enlazadas son un amasijo de arabescos deformes garrapateados con mano insegura. Me es imposible leer el mensaje. Anonadado me niego a desecharlo y regreso a esas letras mal dibujadas, hago esfuerzos por descifrar, por adivinar el detalle de esos trazos imprecisos. Entiendo que la dificultad de esta empresa requiere un mayor esfuerzo.    A simple vista es imposible leer estos vocablos, estas letras apretujadas. Necesito desentrañar estos garabatos para entende

El sanador

Soy un sanador. En una ocasión inaudita me fueron develados los dones que poseo. Esta gracia la obtuve a través de la concentración en el hilo invisible del tono de un solo aliento.  Las pequeñas victorias deslumbran y los fracasos se transforman en culpa. La culpa cambia de apariencia y se instala en el recuerdo, desde los recuerdos contamina el soplo de la energía vital, mina con saña el espíritu al punto de arefacción y se convierte en dolor.  El destino y la impaciencia acercan los abismos, asoman las derrotas y dejan al albedrío diferentes salidas, en el laberinto se tiende a equivocar el rumbo y la labor del sanador es iluminar el camino. Socorrer.  El sanador desconoce quien persiste en herirse con el filo acerado de la culpa, quien se niega a perdonar y también a perdonarse, quien decide cargar la cruz que ya otro cargó por todos y corre tras ilusiones  banales y cierra los caminos. Por mayores que sean los esfuerzos y la solvencia del sanador, sin la voluntad de abandonar la

Un aburrido día más

Hoy es día del cumpleaños de Bárbara Torres y decido publicar este texto que escribimos a dos manos y estaba en el olvido.  Hace rato que intenta recordar la letra de una canción y no lo consigue, la distraen otros pensamientos, otras ideas interrumpen su escasa concentración. El ritmo de la canción que intenta recordar  se cuela en sus oídos y deja la huella de un recuerdo. El sonido de la canción se instala como un intruso dentro de su cabeza y la obliga a imitar con desaforado entusiasmo el golpe insensato de la percusión que crea la necesidad de bailar. El son de esos retazos de música que la memoria le trae siembra la extraordinaria y confusa idea, que en la letra de esa canción hay un mensaje oculto. Ella continuamente está viendo señales, posibles mensajes, guías que debe seguir, intuye que en la letra que no recuerda va a encontrar las pistas necesarias que le permitan descubrir otro de esos rasgos de su personalidad que desconoce. Ella es fanática de cantar a toda hora, la mús

Nuestros actos terribles

Desde hace un mes en Rusia se disparan balones como rayos. Se abaten arcos con los pies y la cabeza. Se desangran fortunas en apuestas ocultas. Las cúpulas doradas de las iglesias lanzan destellos deslumbrantes. El mundo entero es testigo y celebra las victorias y se resigna a las derrotas. Desde hace cuatro meses con certero cinismo se dispara a la cabeza de los nicaragüenses. Se abaten vidas, se cierran los hospitales a los heridos. Se desangran las calles de Managua, Chinandega, Estelí. Masaya la combativa no se rinde. Las campanas de todas las iglesias tocan a rebato por estos asesinatos. Se abren fosas comunes y aparecen los perdidos. Las madres no se resignan. El mundo entero es testigo

La fuerza de las palabras

A mi amigo Edwin Villasmil : Por todos los recuerdos y los afectos de Lara.   Desde un rincón del bar, entre los vapores de alcoholes oxidados y el humo de los cigarrillos, Cristóbal Cedeño, sentado frente a una vasija de barro quemado, bebe pequeños sorbos de cocuy de penca en un pocillo de arcilla. Mantiene la mirada fija en la puerta, esconde su ansiedad y bajo una aparente indiferencia espera. A las puertas del bar asoma un hombre, afuera, el sol de las dos de la tarde saca chispas a las piedras, se detiene en el umbral, la penumbra del local lo deja momentáneamente ciego, se toma el tiempo necesario para acostumbrarse a las sombras y cuando finalmente lo consigue, observa el gesto imperioso y firme, más elocuente que un grito, de un hombre que le hace señas desde su mesa. Cristóbal Cedeño conoce los códigos de educación: de pie da la bienvenida, agradece la presencia del invitado, pide disculpas por las molestias causadas, le sirve un trago y en silencio cumplen el rito de compart

Un seis de julio

Un seis de julio marcó el inicio de tus días, luminoso el primer grito desdibujado ahora en la frágil memoria. Súbito aquel instante brusco que un débil hilo de luz alumbró el inicio de tu jornada y mantuvo intactas las incógnitas. Cada uno de tus días deslumbra, sorprende verlos convertidos en montura desbocada, que galopa hacia incertidumbres y escribe esta cronología incesante de prodigios notables.

Cumpleaños

Hoy como cada seis de julio despuntan los números, aparecen inevitables el asombro de sumas y el susto de la cifra. Se acompaña, se repite, se junta el cuatro, ese grafismo hermano de la silla y yo rozo a tu lado la mitad de tu vida. Hay un mundo entre tus brazos que yo transito cada día ¡Emocionado!