La palabra que sana
Yo recibo tu saludo
en las sombras,
bajo el rigor del miedo.
Tu cálida palabra acude hasta mí
en la inquietud de los rincones,
allí nos han empujado
las tenebrosas voces del odio,
que usurpan los espacios,
envenena los mares,
oxidan el aire, la sangre,
y nos separan.
Las salvajes voces de la discordia,
siembran desconfianza,
reparten pólvora a discreción
amparadas en rencores viejos.
Mezquinas, resentidas,
ocultan medicinas.
¡Imponen la muerte!
¡Instalan mentiras!
Tu saludo íntimo y fraterno,
tu sólida palabra
logra evadir las fronteras,
el peligro de los uniformes,
las estaciones y alcabalas
y llega precisa y clara.
La palabra que sana
aparece en el horizonte
a la hora de los abismos
y enfrenta al desencanto
que ha tomado posiciones,
tu palabra de aliento
levanta la esperanza
que espanta al desaliento.
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