La puerta inaudita


La puerta inaudita
La duda es un impulso exigente. La duda nos obliga a mantener un movimiento frenético para lograr desentrañar la verdad, pero también, estoy convencido, es un elemento capaz de lograr el efecto contrario en ánimos desprevenidos y puede llevarlos a la esquina de la parálisis, al oscuro desencanto absoluto.

Desde hace mucho intento encontrar una respuesta razonable, convincente, a la interrogante del origen del hombre, pero son mayores las dudas que mis escasas  certezas. Los caminos me han conducido a vértices y abismos que no comprendo, seguramente me falta la inteligencia y el  conocimiento necesarios para traspasar esa puerta, pero mantengo el interés de quien necesita respuestas y las busca sin descanso.

Existen muchas teorías sobre la verdad del origen del hombre, algunas apuntan a la existencia de una cadena aleatoria de eventualidades. Otras, en cambio, concluyen que circunstanciales combinaciones siderales, conjugadas en debidas proporciones, hicieron posible la vida sobre la tierra, y afirman que algunos elementos enterrados en capas geológicas explican ese acontecimiento.

La ciencia asoma la posibilidad, poética, de que somos polvo de estrellas diseminado tras una explosión en el juego sin límites del tiempo. Los seguidores religiosos afirman, con su fe intacta,   que el gesto de la mano infinita del supremo creador, y su incomparable verbo, fueron suficientes para que el hombre apareciera con su carga de cromosomas y su inteligencia por encima del instinto, sobre la faz de la tierra.

Los descreídos, en cambio, afirman que el hombre es el producto inevitable de la evolución permanente, otros, intentan aportar pruebas para demostrar que es la respuesta obligada a los intereses de seres impensados que habitan el microcosmos, y por supuesto, hay también quien asegura, que somos el efecto voluntarista de viajeros del espacio.

No sabemos nada del mundo donde vivimos, y muy poco de nosotros mismos, nos hemos acercado a tropezones y a oscuras para desarrollar diversas teorías y posibilidades, pero hoy por hoy son mayores las dudas que las certezas.
Muchos piensan que no tengo los conocimientos, ni tampoco las herramientas necesarias, pero la obsesión no me da respiro y persisto en encontrar una huella que me permita salir de la duda. No tengo caminos definidos, persigo destellos entre sombras que ocultan la verdad. El azar, mi destino, la generosa mano de Dios me guían por pasajes desconocidos, por rutas carentes de toda lógica y me hacen tropezar con un portal.

No es el momento para refugiarme en los temores ni en los miedos, reconozco que esta oportunidad es única y no dudo en cruzarlo, con la esperanza de descubrir la verdad no me permito cálculos sobre la posibilidad del regreso y traspaso el portal decidido.

Con asombro descubro otra dimensión, un plano distinto en donde converge otra realidad, entiendo que he traspuesto la puerta a un mundo espejo. Quizás aquí encuentre las respuestas que busco. Se respira un entusiasmo contagioso y compartido al saber, que únicamente el esfuerzo le permite al éxito tocarnos a todos por igual.


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