Historia de un romántico


A mi amigo Alexander Bauza, a quien le debo la referencia de esta singular historia.
Andrés, mi primo, es un romántico. Únicamente un romántico vive situaciones extraordinarias, pasmosas, notables, yo creo que hay que dejar constancia y contarlas.
Mi primo, con el entusiasmo de los veinte años se ha convertido en defensor del mundo en peligro, un activista de causas para el olvido y participa en diferentes grupos. El último grupo al que se afilió pretende proteger para las próximas generaciones y también para el mundo la Amazonia.
Con este grupo y para conocer los peligros que amenazan la Amazonia llegó a Belo Horizonte, en el Estado de Minas Gerais, al sudeste de Brasil, desde allí, jóvenes venidos de todas partes fueron trasladados en camiones a más de 700 kilómetros y tras tres horas de caminata por la selva llegaron al territorio de los indios Xacriabá, localizado al norte de Minas Gerais.
Los sentaron a todos en el suelo de un patio circular y les entregaron cuencos con mandioca, un alimento a base de yuca, que como nuestro pan, siempre está presente. Desde ese descampado ven las estrechas veredas que conducen a las precarias construcciones levantadas a pocos metros de ese círculo central y que son características de los pueblos indígenas.
El jefe de la nación Xacriabá se presenta ante ellos. Lleva un tupido tocado de plumas, la cara surcada de oreja a oreja por franjas rojas de una  sustancia brillante. Habla en portuñol y únicamente dice: quiero que oigan a Yanuarí.
La muchacha de marcados rasgos indígenas habla en dialecto y necesita un intérprete. Es menuda y tan joven como ellos, todos guardan silencio y oyen sus  palabras. El tono de su voz pausado y profundo infunde respeto.
-La Amazonia sufre continuos y brutales ataques. Ante la distraída mirada del mundo es devorada lenta y sistemáticamente por la ambición. La Amazonia resiste en silencio con paciencia de piedra el paso avasallante de una conquista interminable.
Andrés deja de oír a la indígena y entre dientes repite su nombre. Yanuarí. La sonora musicalidad del nombre lo ha cautivado. Necesita saber su significado y busca en su imaginaria Amazonia posibles y manifiestas alternativas. Oye en el llamado urgente de apareo del paují: Yanuarí.
Piensa: que Yanuarí puede ser el nombre de una flor singular y su aroma disolver en la sangre el peligroso veneno de la serpiente. Especula: que yanuarí en lengua xacriabá significa la luz que espanta las sombras, o quizás es la imagen del plateado pez que escapa al certero dardo de cerbatana, o el sonido del viento silbando entre las ramas de los árboles.
Al repetir yanuarí se le seca la boca. En ese momento desea tener una hija para llamarla Yanuarí y que ella lleve con orgullo el eco de la selva amazónica convertido en nombre de mujer.
Yanuarí termina de hablar y mi primo con la ansiedad de sus veinte años se acerca y le dice: -Mi nombre es Andrés y no significa nada, quiero saber el significado de tu nombre.
El intérprete traduce y ella complacida le indica por señas que la siga. Se interna por uno de los senderos que conducen a las cabañas y lo invita a entrar a una de ellas.  Lo mira con curiosidad y señala una hoja amarillenta que quizás dejó un misionero bautista, o un evangelizador de la iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días. Andrés lee las letras grandes y negras del almanaque January.
El nombre que lo cautivó es en una lengua bárbara el primer mes del año y significa simplemente enero.
Mi primo Andrés concluye: la inocencia y la ignorancia van juntas tomadas de la mano por un camino de piedras blancas.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Escape desde las fronteras imposibles del sueño

Clinicamente muerto

Un intento por adivinar mañanas