Advertencia



Mi conducta es el reflejo de una estricta y estudiada lógica, no se trata de la lógica matemática, ni la simbólica, ni la Aristotélica y mucho menos me refiero a la farsa  que representa la lógica de la lucha de clases. Mi lógica es la lógica de la sobrevivencia contra el fracaso, ese adversario formidable que todo éxito lo convierte en humo, que llevó siempre la partida ganada hasta el día de hoy. Mi lógica de sobrevivencia es la respuesta a mi derrota anunciada de antemano, que con un soplo evaporó el triunfo que se fraguaba en mi horizonte y me obligó a entrar en el torbellino de circunstancias que me envolvieron luego de tomar una decisión equivocada.

Cometí un grave error de cálculo y en mi absoluta ingenuidad, no hice ningún caso a los acertados y aterrizados consejos de amigos y acepté un alto cargo en el gobierno.

Pensé equivocadamente que  podía realizar cambios menores, pero sustanciales, y transformar, desde el cargo que ocupaba, las terribles condiciones de los marginados, de quienes se encuentran en la otra orilla de los beneficios y son los que cargan con todo el peso del sistema, un sistema ideado para mantenerlos justamente en la raya de la injusticia, lejos de la cuchipanda, recogiendo migajas agradecidos, sosteniendo con sus huesos un Estado insostenible.

Un torrente de aduladores me condujo a vivir un espejismo, una impostura y a gran velocidad, en un breve espacio de tiempo me estrellé contra fuerzas superiores, que me empujaron inmisericordes a un abismo. Para no caer me aferré por puro instinto al equilibrio de la sobrevivencia y finalmente logré sostenerme con los dientes al borde del precipicio, la providencia se compadeció de mi esfuerzo y la lógica de la sobrevivencia vino en mi auxilio. Debo confesar que desde ese momento mi comportamiento se acomodó a la seguridad que ofrece esa lógica insustituible.

Obligado por las circunstancias, pero siempre en el marco de la lógica de la sobrevivencia, en un acto genuino de autoconservación, me permito desoír las normas establecidas, pasar por alto las leyes que rigen este mundo enfermo gobernado por el supremo capricho de intereses mezquinos. 

En mi nueva condición rechazo participar, o integrarme, a alguna organización, comité, liga, junta. Todos los organismos están minados, las instituciones contaminadas, el concepto mismo las limita y les impide ejercer acciones  capaces de abrir a las mayorías las compuertas de futuros pertinentes.

Instalado en esta lógica de sobrevivencia me tropecé con Cortez, él se encontraba perdido entre los destellos de una  revelación informática de enormes dimensiones. En un acto de caridad, impulsado por un sencillo gesto de solidaridad humana, lo rescaté de ese estado de deslumbramiento, que tanto se parece a la locura.

Cortez había descubierto, o ideado, la fórmula para crear un cataclismo económico mundial y no sabía qué hacer con tamaño descubrimiento. Juntos leímos las teorías de Jacques Maritain sobre el hombre, el Estado y el humanismo integral. También estudiamos a Héctor Casanueva y su teoría de una  organización política mundial. Esas y otras lecturas nos convencieron que la raza humana había entrado a un callejón sin salida. Pero el descubrimiento de Cortez iluminaba una  posibilidad para la supervivencia global.

Es imprescindible, pensamos, establecer las bases  de una forma superior y humana de organización política mundial como garantía de paz, libertad, y prosperidad, basada en el principio fundamental  de la hermandad y la solidaridad y no en las leyes del mercado.

Llegamos a la conclusión de que la esperanza de la raza humana está en el cambio radical del pensamiento y la conducta del hombre. Cortez y yo encontramos una idea descabellada, un resquicio probable  para lograr ese  cambio de conducta en beneficio de toda la humanidad. 

Quiero dejar constancia de que no soy parte de una conspiración, ni pertenezco a una confabulación y mucho menos soy el cabecilla  de una conjura. Soy simplemente un hombre sometido a una lógica, a la lógica de la sobrevivencia. Apenas soy la imagen que el espejo devuelve intacta.

Aplicamos la fórmula de Cortez y durante dos días el mundo conocido se desmoronó, el impacto paralizó la tierra y un silencio extraordinario se expandió como una onda explosiva, el asombro de la civilización se hizo presente ante las puertas de un desastre hasta ese momento inimaginable, desconocido. La humanidad estaba a punto de ser tragada por un agujero negro formado de improviso ante sus ojos desconcertados.

Al tercer día restablecimos el orden subvertido y un mensaje apareció en todos los dispositivos electrónicos, en los anuncios de neón, rebotó a las pantallas de los televisores, lo repetían las emisoras de radio y terminó grabado en la conciencia colectiva.

El mensaje decía: Somos la inmensa mayoría que dejó de clamar por justicia y libertad y hoy exige a todos los gobiernos del mundo encontrar el camino para vivir en paz y armonía. Nos hemos convertido en los vigilantes del nuevo orden y exigimos que se inicie el proceso para eliminar las diferencias y encontrar el camino que nos permita llegar a establecer un gobierno global inclusivo, eliminando las diferencias y la inequidad.

 

Los esfuerzos que han realizado hasta ahora no son más que un nudo de fracasos. Cada nuevo intento es una aproximación inútil, más parecido al engaño, a la puesta en escena de una estudiada farsa. El triunfo se diluye, se esfuma en una nube de acusaciones y críticas severas entre todos ustedes, que permanecen inamovibles.

Es tan frágil la certeza nuestra, que una palabra cruel desde el poder abre la puerta a la víbora del miedo. Y una oportuna mentira en la esquina de la injusticia levanta un cielo de sospechas bajo el cual se amparan las dudas que favorecen a ese  invisible contrario feroz. Sabemos que no hay respuestas definitivas, pero mantenemos una esperanza ciega en la victoria última. En la justicia, en la contribución de cada gesto para lograr el éxito.

Esta es una única advertencia, de no avanzar en ese sentido y perdernos en estériles discusiones, acabaremos con este sistema y lamentablemente abriremos las puertas para entrar todos en el universo del caos y sus impredecibles consecuencias para la raza humana.

 


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