Huellas y Amenazas IV

Mi bajel cruza los mares
bajo un único cielo
abierto en tus ojos.
La bitácora
repite tu nombre
y está trazado el rumbo
a tus senos,
dos suspiros dulces,
a tus muslos,
perfumado sendero,
a tus manos generosas,
a tu boca
de lengua prodigiosa,
a tu espalda
dorada sabana,
a las arenas blancas
donde se confunden
tus sueños y los míos.

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