Conversación con mi sombra
Yo que nací bajo el signo del Toro rumiando impaciencias, inflexible en
mis convicciones. Con una extraordinaria habilidad en los pies para realizar
jugadas imposibles, creí tener la destreza necesaria para realizar grandes
proezas.
Con seguridad absoluta, sin siquiera una duda, con la convicción de
estar por encima de consejos, avisos, advertencias, tracé una línea de acción en
un intento de asegurar de forma calculada la vida que deseaba.
Pretendí planificar el sencillo acto de vivir y proyecté mi imagen entre
logros y gloria, ni por un instante miré hacia el lado oscuro del fracaso.
Inesperadamente un minúsculo detalle distorsionó esa línea, que se difuminó,
se bifurcó en mil caminos, rutas, sendas
diferentes, fueron otras las circunstancias y hoy no soy ni la sombra de aquel
que imaginé.
Un círculo mínimo, áspero, del tamaño de un centavo, una dureza absurda
instalada en la planta del pie, un callo, se ha convertido en el inmenso
obstáculo que me ha impedido avanzar por la línea que tracé, al intentar una
jugada se clavan alfileres que atraviesan la piel y un latigazo me inmoviliza.
Los imponderables, el azar, la casualidad, los imprevistos han torcido el
destino, que un día pensé seguro.
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