Grecia III

Sí este corazón
mío
decide un día
en un acto
de suprema cobardía
-cansado de esperar-
despeñarse
entre las sombras
de la ausencia
y me ahoga el aliento
espeso de la soledad
hasta la asfixia
y se desordena la sangre
entre mis venas;
quiero que sepas
que un leve suspiro tuyo
ordenará de nuevo
el desorden de la sangre
suspenderá por encanto
la asfixia y el ahogo
y volverá el valor
al corazón.

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