Llegas con el vieno

Llegas con el viento
de una pobre mañana
sin horizonte
ni futuro abierto
a mis pasos sin destino.

Repites un saludo
a cuatro pasos
según la norma
aprendida en la academia
y la voz mecánica
esconde el miedo
a mis espaldas.

Contra la calle
contra la sombra
contra la reja.

Sin llamarte
sin soñarte
sorprendido en tu sigilo
no sentí el paso de la bota

el peso de la bota injusta.

Mayúscula sorpresa
cuando logro mirarte
apretada en el azul
infinito de los muertos
rodeada la cintura
de ancha canana guarnecida.

Negro el cabello
cae como la noche
sobre tu rostro teñido
con el sol de la montaña.

Tiembla en mis manos
el carnet de identidad.

La voz se hace de durazno
al despedirte
los ojos alertas
el paso menudo
y firme como los pechos.

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