Un gesto frente al mar
Alguna vez estuve firme y sereno contra el acaso, con desdén y sin temor viví intensamente el momento, sin esperar nada del destino, con el entusiasmo de quien tiene el triunfo asegurado. Era amo de mis momentos, dueño de mis días. En ese entonces yo aseguraba con convicción: que el futuro es tan incierto como el destino, el tiempo no da tregua, los ánimos nos abandonan pronto y es necesario mantener el entusiasmo a toda costa. Eran mis tiempos de independencia y voluntad, yo vivía mi vida de animal primario con el ímpetu de los veinte años, sin planes, el presente como guía, seguro de la victoria. Yo fui mi dueño, puedo verlo hoy, a pesar de los espesos tules de falsedades que corriste ante mis ojos para anularme. Yo rodé por un arido despeñadero persiguiendo tus ojos negros, un eslabón más en la cadena de mis múltiples y continuos errores desde el momento en que te vi y me abandoné a tus deseos. Al borde del precipicio de tu ausencia, perdieron pie mis alientos, mi...