Entradas

Un héroe en la mira del odio

  En un recuadro pequeño de la primera página del periódico, en el costado inferior derecho, el titular de la noticia en negritas es un punto apenas más grueso que la historia. La curiosidad me empuja a descifrar el criterio que obliga al Editor Jefe de la Sala de Redacción a imponer en el último minuto, antes de correr las rotativas, la impresión de estas ocho líneas apretadas que rompen el celofán y están dedicadas a quien fuera hace mucho tiempo una gloria nacional, un héroe olvidado. Muere en accidente El Rey del Florete   La noticia en el periódico dispara mis recuerdos de veinte años atrás. Conocí a Juan Carlos Rebolledo en los Juegos Olímpicos. En esa época yo era un itinerante corresponsal deportivo y Rebolledo me pareció un espadachín formidable, con extraordinaria lucidez para anticipar los ataques, dotado de un cuerpo excepcional, flexible como  junco. Rebolledo utilizaba esa capacidad corpórea con maestría para convertirla en destreza y de esa manera impo...

Mantenerse en el camino a toda costa

Los años han terminado por endulzar las amarguras, el tiempo deshilacha los recuerdos y los momentos vividos con la intensidad de un huracán, que voraz lo consumió, son en la distancia  flecos descoloridos. La muerte levanta un muro de miedo y lo condena. La hora es frenética, pero su voz no deja de invocarla, de nombrarla. Resignado mira la tarde que se esfuma, el final del día, otra despedida, con suerte será la última. Tiene sesenta años cumplidos y camina hacia la noche sin esperanza, ha caído tanto que le pesa cada paso. Hace años dejó de contabilizar pérdidas y derrotas, cree haber saldado con intereses de usura sus errores, sus fallos, su falta de cálculo, pero no está dispuesto a acumular lamentaciones y no espera  falsas recompensas. Está convencido que cada una de sus decisiones lo ha colocado justamente en este punto, en esta tarde cuando el sol revienta el cielo con destellos de sangre y desaparece luchando contra las sombras. Reconoce que la ruta que transita es i...

Un talismán único

  Camina sobre oscuras arenas volcánicas, siente bajo sus pies los restos de ásperos incendios anteriores a ella. La profunda voz del mar repite con insistencia una advertencia, pero ella persiste en llegar sola hasta el final. Intenta apartar el miedo creciente, la menguada luna de esta noche ilumina un pensamiento siniestro y en el pecho revienta de golpe el galope de un caballo desbocado y la vida se le va al garete. Por un instante se hunde en una insólita noche y las luces de sus entendederas se apagan en un guiño momentáneo. Un rayo silencioso señala el punto final a su vida de bergante. No esperaba el asalto de las sombras tan temprano, ella  apenas amanece a la vida y siente en este latigazo inesperado la hora cumplida, la temida señal del estigma de estar viva. Le sobreviene un suspiro que cree el último, se entrega a su destino, con el fatalismo de saber que su vida está inconclusa. Para su asombro, con cierta dificultad recobra el sosiego y retoma su camino. Su vida...

San Valentín

  A mis sobrinos, hijos y nietos, que no vivieron los fabulosos años sesenta. El 14 de febrero de 2020 Ramón Morales, mi hermano, reenvió a mi dispositivo móvil un mensaje con las informaciones más relevantes sobre la situación política de Venezuela, información que diarios digitales recogen y publican para burlar la censura de una dictadura criminal que nos impone Cuba desde hace 20 años con el único fin de sobrevivir la derrota de su sistema económico. Mi hermano nos tiene acostumbrado a esa información diaria y resumida, a este temprano desayuno que quienes vivimos fuera del país agradecemos. En esta oportunidad agrega al mensaje las efemérides del día. Leo con atención que un 14 de febrero del año 2005 se lanza Youtube y por supuesto, es inevitable la mención al acontecimiento más importante del día, el centro de la atención del mundo, la celebración del día de San Valentín. Una escasa línea, casi irrelevante, se cuela en la reseña para confirmar que en 1969 San Valentín fue sa...

El olor del miedo o de la dicha

  Su fórmula es llevar la contraria, empeña sus actos en ir contra la corriente, no acepta indicaciones, desconoce la ruta que se le indica, toma siempre el camino contrario aunque esté vetado o expresamente prohibido y busca los enfrentamientos para distinguirse de los demás. Necesita demostrar que es diferente, no que tiene razón. Desafía la norma y desobedece los controles que obligan el cabal cumplimiento de las disposiciones. Evade las leyes, salta por encima de los estatutos que se interponen a sus pasos arrebatados. Ha decidido no acatar las reglas y con descaro asegura que las normas están para romperse y las órdenes para ser desobedecidas. Utiliza la mentira con frecuencia para sus proyectos. Está en contra de la conseja popular que reza: el que no oye consejo no llega a viejo y afirma enardecido que no quiere llegar a viejo, que lo que quiere es vivir cada instante como si fuera el último, que le falta tiempo y espacio para cumplir su destino.  Su extravío lo empuja ...

El filo de los cuchillos

El filo de los cuchillos abre heridas a la distancia, la punta de las agujas sobre la esfera del tiempo hace trizas los recuerdos y el manto del pasado es hilacha deforme. Me asomo a imágenes rotas a rostros difusos, a calles sin esquinas, mutiladas. Deshecha la trama de su encanto el camino es un girón de olvido regado de afectos perdidos, permanezco en el borde de mis propios  precipicios en esta momentánea bruma convertida en desaliento.  

Sanación

Cada paso que doy es un un tormento, articular un inocente movimiento me causa espanto, el simple acto de mover mis extremidades dispara un latigazo y el miedo al sufrimiento inmoviliza el menor intento, avanzar es una empresa imposible. El dolor me reduce, me vence. Llegué a este estado de padecimiento atravesando atajos para evadir un abandono. Me perdí en la humillación del desamparo y no logré entender en el torbellino de la ausencia, que estar sola es un imprevisto pasajero, un accidente necesario para corregir conductas equivocadas, un tropiezo obligado para aligerar la carga, una puerta que debe cerrarse para seguir adelante en la búsqueda incesante de libertad.   Soy prisionera de afiladas agujas que me causan un agudo tormento. Dejar de sentir dolor en las articulaciones, en los músculos, en los huesos, es una  eventualidad que se agradece. He sido vencida por los síntomas de una enfermedad que se ha ensañado contra mi cuerpo y me hace  olvidar la orfandad en la ...